INTRODUCCIÓN: EL
MALESTAR EN LA CULTUR A TECNOLÓGICA
Siempre hemos creído y repetido que Freud desestimaba sistemáticamente
e los caminos propuestos para superar el malestar en la cultura: " La
vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños,
tareas insolubles. Para soportarla no podemos s prescindir de calmantes".
Una vez asentada esta difícil conclusión (que era, e n verdad, el punto o de
partida ) se dedicaba a discutir los inconvenientes de cada una de las soluciones
propuestas a esos impases: n o le parecían aceptables el delira o colectivo que
es la religión, el delirio singular de la locura , e l amo r al prójimo, el amo
r sensual, el amo r con metas (sexuales) inhibidas , la satisfacción atenuada
que procura n la sublimación artística y el trabajo psíquico o espiritual
"que n o conmueve - v en nuestra corporalidad" y sólo son asequibles
par a pocos seres huma - nos, el repliegue esteticista sobre la belleza, las
intoxicación con n drogas ,embriagantes que acaban por ser "peligrosas
y dañinas", la soledad y el extrañamiento del mundo , el aislamiento par a
"cultiva r el propi o jardín", las tentativas orientales de controla
r el deseo y domeña r las aspiraciones pulsionales con n técnicas como el yoga,
la búsqueda de satisfacciones perversas incondicionadas y sordas a los reclamos
de la civilización, el intento o de superar la aversión natura l de los hombre
s al trabajo así como o la búsqueda mística de fusiones oceánicas . El funda -
d o r del psicoanálisis era escéptico con n relación a todas estas estrategias
de atempera r el malestar de los humano s en el mundo o y la meta por r todos
anhelada de "alcanzar la felicidad y mantenerla". Si el programa a d
e l principio o del placer es el que fija su fin a la vida, forzoso era par a
Freud d reconoce r que su cumplimiento o "es absolutamente e irrealizable
y que las disposiciones del Todo o —si n excepción — lo contrarían; se diría
que el propósito de que el hombre e sea 'dichoso' n o está contenido en el plan
n de la Creación". Sin embargo, pocos ha n observado q que la condena a
que parece recaer sobre la extensa lista de caminos a la felicidad deja u n
cierto resquicio intocado aunque, en cierto modo, susceptible también de serias
reservas. 8
Cabe recordar r sus palabras:' Hay por cierto otro camino,
un camino mejor, como miembro de la comunidad, y con ayuda de la técnica guiada
por la ciencia, pasar a la ofensiva contra la naturaleza y someterla a la
voluntad del hombre. Entonces se trabaja con todos para la dicha de todos (p.
77) [cursivas mías]. Es cierto o que después
dé ése elogio al cariño preferible e seguían ciertas reservas a las que
aludía como o "u n factor de desengaño " e indicaba a que e Se han
hecho extraordinarios progresos en las ciencias naturales y su aplicación
técnica consolidando el gobierno sobre la naturaleza en una medida antes
inimaginable. Los detalles son notorios; huelga pasarles revista. Los hombres
están orgullosos de estos logros y tienen derecho a ello. Pero [sin embargo
parece] que el poder sobre la naturaleza no es la única condición de la
felicidad humana, como tampoco es la única meta de los afanes de la cultura (p.
86). Pese a su "huelga a pasarles revista" de algún modo se complacía Freud en hacerlo y nombrar a la telefonía , la telegrafía, el
aumento de la memoria a por el gramófono
, los avances de la arquitectura en la producción
de casas cada día más confortables como sustitutos del seno materno , el avance en el
dominio sobre las enfermedades y la mortalidad infantil , la antisepsia y una
"larga serie de tales beneficios que debemos a la tan vilipendiad a época a del progreso
técnico o y científico". Nuevamente , llegado a ese punto , "se hace
oír la voz de la crítica pesimista": mucho s de los ¿males a los que las tecnociencias
ponen coto son males atribuible s a la técnica a misma ; por ejemplo :
"¿De qué nos sirve haber limitad o
la mortalidad d infantil , si justamente - te eso nos obliga a la máxima reserva e n la concepción n de
hijos.. . y nos impone e penosas condiciones en nuestra vida sexual dentro del matrimonio o y probablemente contrarreste
a la beneficiosa selección natural? " (p . 87). Proseguí a mostrando la sucesión de las hazañas del hombre empezando
por la mítica conquista
del fuego o hasta llegar a la idea de que todas estas herramientas son
perfeccionamientos de los órganos corporales, tanto los motrices s como los sensoriales (S. Freud, El malestar en la
cultura, en O.C, vol. xxi, Buenos aires, Amorrortu, 1976.) 9 y hace, a partir de ello, un "elogio
del hombre " en el que resuenan los ecos del coro de Antígona. Señal a el avance desde los
ideales de cultura representados por los dioses hasta "la situación actual
donde el hombre se ha convertido en una suerte de
dios-prótesis... verdaderamente
grandioso cuando se coloca todos
sus órganos auxiliares.. . que en
ocasiones le dan todavía mucho trabajo
" (p. 90). No se le escapaba el carácter
transitorio de sus reservas: Es
cierto que tiene derecho a consolarse pensando que ese desarrollo no ha
concluido en el año 1930 d.G. Épocas hituras traerán consigo nuevos progresos,
acaso de magnitud inimaginable en este ámbito de la cultura, y no harán sino
aumentar la semejanza con u n dios. Ahora bien, en interés de nuestra indagación no
debemos olvidar que el ser humano de nuestros días no se siente feliz en su
semejanza con un dios" (p. 91). Lo que vino después
sobrepasó las expectativas de las imaginaciones más desbocadas tanto en el avance de la técnica guiada por
la ciencia como en los peligros
inherentes a ese avance y el malestar e
n la cultura del sujeto sumergido e n lo
actual: un sistema de capitalismo global sin alternativas a la vista. N o
pudo Freud imaginar la violencia incomparable de la segunda gran guerra , el genocidio planificado científicamente , la aparición de
armas devastadoras, la contaminación de las aguas y del aire, las nuevas
enfermedades provocadas ora a p o r la
escasez, ora por la abundancia , la amenaza de extinción de recursos naturales y especies animales y vegetales, la contracepción con e l aumento de la posibilidad de una vida
sexual no regulada ni por la esperanza ni por el temor a la reproducción , la
explosión demográfica, el riesgo aterrador que implica cualquier
"ingeniería genética " que corrija el genoma humano , el aumento
bruta l en la desigualdad de la distribución de la riqueza, el desarrollo de
un a memoria universal y universalmente asequible que podría acabar en un
monopolio corporativo de la información, el alcance mundial de medio s de difusión
de masas que tiende n a uniformar la atención y la conciencia , la invención de
sustancias química s que pueden actua r como fármacos , es decir, como medicina
s y como venenos , por lo cual tenemos tantos motivo s para felicitarnos como par a deplora r el avance de la química , el rechazo de l pensamiento
filosófico en nombre del cálculo informático con desdén de todo lo que n o es
"dato " capaz de alimenta r a
las omnipresente s y omnisciente s computadoras , e l olvido de la dimensión
metafórica del lenguaje en beneficio de la pura denotación (neolengua
orwelliana), la manipulación de las mayorías e n nombre de la democracia en
pantalla y como pantalla de la dominación , el aumento de la discriminación como
protección de las "sociedades avanzadas", las nuevas forma s —muchas
veces degradadas— del arte, la exposición al peligro de la energía nuclear
incluso cuando sus usos son "pacíficos". E n síntesis, que e l
sistema de producción no es compatible co n el principio del placer sino con e
l goce en sus forma s m á s devastadoras que se sostienen en e l reforzamiento
tiránico del superyó. El desarrollo técnico llega ahora a eso que , según
podremos constatar, es un discurso contrario al psicoanálisis y a la lucidez
freudiana , un discurso PST , "peste" o "post", vislumbrado
por Lacan. L o relacionamos con e l pasaje de las sociedades disciplinarias de
Foucault a las sociedades de control organizadas por los recursos tecnológicos
que supo denunciar Deleuze y que hace necesario, hoy más que nunca , un
"retorno a Freud", es decir, a la escucha de esa voz que resiste al
amo , la d el inconsciente . El discurso del psicoanalista h a sido y sigue
siendo "e l revés del discurso del amo". El amo cambia de rostro, de
nombr e y de herramienta s al tiempo que multiplica sus prótesis. E l
inconsciente no , pues su esencia es la resistencia y la búsqueda de caminos
para superar la censura. Es así que "el inconsciente es la política"
("L'inconscient c'est l a politique"; Lacan, 10 de mayo de 1967) y por
ello, po r "e l malestar e n l a cultura", po r el goce que se
infiltra y obtura los caminos de l deseo y al deseo mismo , es que el síntoma
tiene siempre u n alcance político, "biopolítíco" diríamos aludiendo
a Foucault, ese pensador que di o en el clavo sin decidirse a llamar al clavo
por su nombre : "goce", al q ue confundí a pensando que se trataba de
l "uso de los placeres". A estas alturas del siglo xx i Freud podrí a
comprobar que el "mejor " camino que él vislumbraba para e l hombre
está tan erizado de peligros como e l "peor" que hubiera podido
imaginar y que , sin embargo , el movimient o de l avance técnico es avasallador
e imposible de detener y mucho menos sería posible volver atrás e n la historia
hacia u n pasado que por mil motivo s debí a desvanecerse. ¿Qué queda entonces?
Oír al inconsciente , es decir, da r paso al discurso de su sujeto. L a palabra
e n libertad y éxtraña al cálculo, surgida de y en la transferencia , la palabra
que redim e y que pued e crecer e n medio del peligro mortal que le acecha e
n nuestros tiempos. L a palabra poética en la que ponía Hólderlin sus
esperanzas. Para estar en condicione s de escuchar esa voz amordazada , se
impone , como quería Derrida para sí mismo , ser "totalmente
historizante", no olvidar nunc a "la procedencia histórica de todos
los conceptos que utilizamos así como de nuestros gestos". Es por eso que
conviene repetir: "Mejo r pues que renuncie quien n o pueda unir su
horizonte a la subjetividad de su época". Todo el mundo se complace en
citar y recitar esta frase de Lacan de 1953. Pero ¿sabemos cuál es esa
subjetividad, particularmente e n nuestra época pues n o podríamos
"renunciar" a ninguna otra? ¿Es "una " esa subjetividad?
¿Tiene "la época " un a subjetividad? ¿Qué clase de sujeto (gramatical)
es "la época " para tener ese atributo —supuestamente filosófico, ya
que n o podrí a ser psicológico y mucho menos cultural — de la
"subjetividad"? ¿Cómo uni r nuestro horizonte a una subjetividad
epocal? ¿Hay una subjetividad diferente e n cada época y por lo tanto cabría
concebir a la subjetividad como un producto histórico? ¿A qué tendríamos que
renunciar, al psicoanálisis? Así lo sugiere la intimación retórica de la
pregunta que sigue: "¿Cómo podrí a hacer de su ser el eje de tantas vidas
aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un
movimiento simbólico? " Estamos lanzados con "esas vidas" —¿las de
quiénes? — e n u n movimiento que nos retiné aunque , a la vez, y desde el
párrafo anterior de l mismo artículo, se nos impone atravesar "una larga
ascesis subjetiva que nunca sea interrumpida " para llegar a ser el eje
de todas esas vidas. Desde 2004 (cursos publicados e n Internet) veng o
insistiendo e n que hay una inquietante analogía entre e l nuevo "discurso
de los mercados " que se expresa en las "sociedades de control "
y el discurso del psicoanálisis pues en ambos el lugar de agent e es ocupad o
po r el semblante del objeto @. E n e l primer caso son los
"servomecanismos", estos inquietante s objetos siempre en vías de
ser obsoletos q ue se vende n a los habitantes de l mundo que quiere n estar
al día, chirimbolos a los que Lacan llamó lathouses. En e l segundo caso el
agente es esa forma de semblante del objeto que encarna e l psicoanalista
cuando se dirige al sryeto atarantado por esos mismos aparatos . A lo largo de
mi s cursos de 2004 a 2006 aborde esa analogía , expuse las diferencias entr e
ambos y mostré que , compartiend o una fórmula estructural, eran entre sí
excluyentes . Observé y publiqué en distintas oportunidades la sucesión de tres
forma s históricas del discurso de la m o (clásico, capitalista y "de los
mercados")*'^ y como correspondían a las sociedades de soberanía ,
disciplinaria s y de l control . Sin abandona r el tema , los años 2007 a 2009
estuvieron dedicados a estudia r e l tema de la memoria e n psicoanálisis y
abundaron las referencias a las nuevas forma s de almacena r la memoria mediante
servomecanismos cibernéticos y e l intento de excluir la concepción freudiana
del tema cuya piedra basal es e l concepto de represión. De allí salieron dos
libros que fuero n publicado s primer o éri español y luego traducidos ál
francés y al inglés y u n tercero que esperaré el momento de su aparición. E n
2010 y 2011 volví al tema de los "servomecanismos", encontré una
convergencia pero también un a confusión con el concepto de "dispositivo
" y pude pone r en contacto estos conceptos co n el Gestell (dispositivo)
de Heidegger, con los "aparatos ideológicos " de Althusser y con los
cuatro discursos proclamados po r Lacan a los que agregó, de repente y en algún
momento , el inesperado "discurso de l capitalista". De este recorrid
o puede seguirse la trayectoria e n las actas de las clases que se dictaron e n
la UNAM y se transcribieron en . El más reciente semestre de los cursos e n la
Facultad de Filosofía y Letras (primer o del añ o 2011) tuvo como tema "L
a técnica , el inconsciente y el tiempo". E n él, con la ayuda invalorable de un público atento , crítico y entregado a apasionantes discusiones, pude
da r un a forma provisionalmente definitiva a estos años de reflexión en la que
tantos colegas, amigos y compañeros intervinieron y ayudaron , e n la que
tantos autores fuero n revisados y citados , e n la que tantos obstáculos hubo
que remover par a sostener la marcha de l motor de estas elaboraciones : el
discurso de l psicoanálisis. De entre cientos de personas que participaron en
esta obra que no es persona l sino efecto de una colectividad de estudiosos,
todos los cuales saben de mi agradecimiento , hay u n nombre que quiero
destacar y al que quiero dedicar estas páginas: Víctor Castro Santillan ,
abatido por la barbarie , ejempl o supremo y sublime del estudiante mexicano .
Cuernavaca y México, D, F., junio de 2011 ^ "Los mercados", en
plural, pues existen el mercado de la producción y el consumo de mercancías, el
financiero, el del trabajo y el de las conciencias y la memoria. Sería más
fácil, aunque menos exacto, decir "discurso del mercado".
Saludos!
ResponderEliminarQuería compartir un documental en el cual no pude dejar de pensar durante la clase pasada cuando se hablaba de la posibilidad/imposibilidad de vivir por fuera del sistema capitalista:
The Garbage Warrior
https://www.youtube.com/watch?v=RvUR4PvnDpA
Me parece que el de Michael Reynolds es un caso interesante.
Camila.
lo comentaremos en clase...
ResponderEliminargracias!