miércoles, 10 de julio de 2019

clase recuperatoria de hoy

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sábado, 29 de junio de 2019

Historia de la percepción burguesa de Donald Lowe

Unidad 3 LOWE Guía de estudio

Guía de estudio de Trabajos Prácticos sobre Historia de la percepción burguesa de Donald Lowe, elaborada por Oscar D. Amaya


La presente guía constituye un instrumento orientador para tratar los problemas que aborda este autor en el capítulo VI. “De la Linealidad a la multiperspectividad” (selección de la cátedra). El estudiante encontrará a lo largo de ella, algunos conceptos utilizados por Lowe que podrán ser consultados en un vocabulario de términos técnicos al final de esta guía.



Mi historia de la percepción es un estudio de la interacción dinámica entre
el contenido del pensamiento y la institucionalización del mundo.
En otras palabras, la fenomenología de la percep¬ción es ese cable de conexión
que por una parte es capaz de dar un contexto inmediato al pensamiento y,
por la otra, queda determinado por la institucionalización del mundo.
En lugar de pensamiento (o conciencia) y sociedad, yo es¬toy proponiendo
la historia de la percepción como vínculo intermediario entre
el contenido del pensamiento y la estruc¬tura de la sociedad.
Donald Lowe


¿Cómo conoce el sujeto? Este interrogante ha estado presente en las diferentes corrientes filosóficas, a través de la historia de la disciplina. Las teorías sobre el aspecto gnoseológico (ver vocabulario) de la humanidad han sido confrontadas y refutadas unas contra otras, sin poder establecer un punto en común.

Donald Lowe no quedó ajeno a esta discusión. Sin ser un férreo representante de alguna de estas escuelas, su análisis, plasmado en diferentes textos de su autoría, ha sido utilizada como baluarte de la fenomenología (ver vocabulario). Esta corriente filosófica considera que el sujeto conoce a través de sus sentidos, del contacto de su cuerpo con el mundo exterior, es decir, a través de la percepción.
Basándose en el marxismo (ver vocabulario), Lowe propone una historia de la percepción como nueva metodología de estudio de este fenómeno cultural. Con su método, estudia la transformación perceptual en el Occidente moderno, en particular desde la sociedad burguesa de los siglos XVIII y XIX hasta la sociedad burocrática del consumo controlado del siglo XX. Su enfoque se relaciona con el marxismo puesto que Marx afirmaba que las condiciones materiales son las que condicionan la existencia y Lowe eslabona esta idea con el desarrollo de los medios de comunicación.

Este autor muestra cómo, en la sociedad burguesa, la percepción ordenó la forma de experimentar el tiempo, el espacio y la encarnación del yo subjetivo. Lowe explica que a partir del siglo XX -desde lo que considera la revolución perceptual de 1905-1915- (ver capítulo 6 en bibliografía de Trabajos Prácticos) los antiguos órdenes del tiempo, el espacio y el sujeto fueron subvertidos por la metacomunicación de las imágenes.

En otras palabras, Lowe plantea una historia de la percepción moderna en base a una consideración de los cambios históricos en los medios de comunicación, en la jerarquía de los sentidos, y por consiguiente en los distintos órdenes epistémicos y campos de percepción, todo lo cual estaría en la base de las modalidades del experimentar, pensar y hacer el mundo.

Este autor toma del filósofo Foucault la episteme del conocimiento y define lo epistémico como aquello que participa de la naturaleza del conocimiento o del conocer como tipo de experiencia. A su vez, utiliza una concepción de cuerpo que rompe con el dualismo (ver vocabulario) cartesiano de cuerpo y mente.

Según el filósofo fenomenólogo Merleau-Ponty, el hombre se abre al mundo a través de los sentidos y se conecta con el mundo a través de la percepción. Es decir que la percepción influye al sujeto como perceptor, tanto en el acto de percibir como en el contenido de lo percibido. Este acto relaciona al sujeto con lo percibido y el contenido de lo percibido afecta la relación del sujeto con el mundo.

Para Lowe, entonces, la percepción es el contexto inmanente y hermenéutico en el cual se localiza todo contenido del pensamiento, y que puede ser analizado según tres dimensiones:

1. medios de comunicación, que enmarcan y facilitan el acto de percibir;
2. jerarquía de los sentidos, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, que estructuran al sujeto como perceptor encarnado;
3. presuposiciones epistémicas, que ordenan el contenido de lo percibido.

“Los tres están relacionados e interactúan. En conjunto constituyen un campo de percepción, dentro del cual se vuelve posible el conocimiento específico. Y no sólo están relacionados. Estudios recientes revelan que los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico cambian con el tiempo. De allí que el campo perceptual constituido por ellos difiera de un periodo a otro. Hay una historia de la percepción para delimitar el contenido cambiante de lo conocido”, afirma Lowe.

Para comprender mejor el modelo propuesto por este autor sobre la percepción, es necesario comprender que en la historia de la cultura pueden distinguirse cuatro grandes etapas, sucesivas pero complementarias, que Lowe clasifica como: cultura oral, quirográfica, tipográfica y electrónica. En cada una de ellas explica de qué modo los distintos factores limitan o encuadran el modo de percibir del sujeto: “la cultura puede concebirse como oral, quirográfica, tipográfica o electrónica, según los medios de comunicación que la sostengan. Cada uno de estos cuatro tipos de cultura organiza y enmarca el conocimiento cualitativamente en una forma por entero distinta de los otros tres. Y son históricamente sucesivos, ya que cada tipo ulterior queda sobrepuesto a los anteriores, aunque residuos del tipo anterior persistan para afectar al posterior”.

1. la Cultura Oral
Es el inicio de la relación entre humanidad y percepción, en esta historia propuesta por Lowe. En esa época, el conocimiento se encontraba ligado al habla. Se trata de una cultura oral, carente de medios escritos que guarden registros, por lo que el habla debe cumplir una doble función: comunicar y conservar los conocimientos.
Para que el habla se vincule fácilmente con la memoria se recurría a la fijación de fórmulas métricas y lugares habituales para los diferentes actos. Esto se debía a la idea de que lo novedoso y original cuesta más asimilarlo, y por tanto era olvidado.
Para explicar el modo de conocer del hombre, Lowe cita a Foucault, quien establece que el discurso es gobernado por reglas o presuposiciones epistémicas. En esta etapa, el autor propone como regla clave a  la  anagogía (ver vocabulario), esto es, la posibilidad de conocimiento  por  medio de la intervención divina.
Por otra parte, se creía que sólo aquello que se escuchaba era cierto, que no podían equivocarse sobre lo que habían oído. Esto otorgaba mayor validez al sentido de la audición, y el sonido era más valorado que lo visible.

2. la Cultura Quirográfica
Esta segunda etapa se caracteriza porque la supremacía del oído comienza a ser desplazada por la vista. Aparecen las primeras escrituras, como constancia y almacenamiento de los conocimientos. La vista comienza su época de superioridad, pero aún no logra desplazar la fidelidad del oído.
“Buscar un significado es sacar a luz una semejanza”, afirma Foucault en relación con el método de conocimiento preponderante durante el Renacimiento. Lowe coincide con este filósofo en que el conocimiento se produce por medio de semejanzas; y describe cuatro figuras que se derivan de ella: la convenientia (una semejanza basada en una escala graduada de proximidad espacial), la aemulatio (una especie de convenientia sin limitación espacial y por ello capaz de conectarse desde ciertas distancias sin movimiento real), la analogía (reforzada por la convenientia y la aemulatio, de modo que era posible unir todo el universo con el microcosmos humano en el centro) y la simpatía (que excitaba las cosa al movimiento y unía hasta las más distantes).

3. la Cultura Tipográfica
Con el surgimiento de la imprenta se produce una de las revoluciones más notorias de la historia de la cultura. Los tipos pictóricos impresos estandarizan los signos lingüísticos, y su identidad única provoca la sistematización de los escritos.
La vista se consolida como el principal sentido. Las costumbres de las fórmulas medidas, recitar los manuscritos, escuchar para aprender y conocer, son desplazadas por la masificación de los textos y la lectura individual y silenciosa.
Surge una nueva interpretación del orden epistémico: los conocimientos son adquiridos por el doble juego de representación espacial y desarrollo temporal. El mundo deja de ser concéntrico para convertirse en una extensión espacio-temporal y el campo de la percepción adquiere nuevas profundidades. El conocimiento se torna dinámico y reflexivo, dando lugar a nuevos conceptos. El ejemplo más claro citado por Lowe es el término “desarrollo”, como comprobante de esta nueva visión del tiempo como proceso.

4. la Cultura Electrónica
Actualmente, la cultura se encuentra atravesando esta cuarta etapa, donde los medios eléctricos y electrónicos dominan la vida cotidiana. Los mensajes ya no se transmiten en voz alta o a través discursos ni en libros o textos, sino que para ello se ha creado un código binario de transmisión electrónica: los bits. (ver vocabulario) Este nuevo método de codificación permite a los mensajes desplazarse de un lado a otro del planeta en cuestión de segundos, comprimiendo a límites inimaginables las nociones de espacio y tiempo.

Es una época en que los sentidos se hallan más unidos, en especial la vista y el oído. Lo audiovisual invade las nuevas tecnologías: la televisión e Internet son los principales ejemplos. La característica de esta extrapolación es que sólo dos de los cinco sentidos son desarrollados con esta fuerza, en detrimento del tacto, olfato y gusto.

Esta nueva realidad, surgida en el siglo XX parece consolidarse cada vez con mayor firmeza, cambiando el modo de percibir el mundo. Ya no se posee una mirada uniperspectiva, fuera cual fuera el modo de conocer. Los sujetos se hallan inmersos en esta nueva cultura, que los envuelve y obliga a modificar la forma de percepción, convirtiéndola en multiperspectiva y ambiental.

Para Lowe las tres dimensiones que estructuran la percepción durante la historia de la cultura son las siguientes:

- MEDIOS DE COMUNICACIÓN: respecto de esta dimensión, plantea: “en nuestro siglo proliferan los medios de comunicación, cada uno de los cuales sucede y se sobrepone a los anteriores. Así, el cine ha dado dinamismo a la fotografía, y la televisión ha transformado la transmisión por radio. Tenemos una conciencia cada vez mayor de que estos medios no sólo trasmiten información sino que la empacan y la filtran, cambiando de este modo su significado. Como ejemplos específicos tomemos la narración de una escena en la novela y en el cine. La literatura narrativa, mediante un sistema de señales lingüísticas, acumulativamente describe una escena añadiendo una pieza de información a otra. No hay otra manera de hacerlo en letras de molde. Pero la cinematografía, utilizando imágenes “móviles” discontinuas, puede introducir una mise en scene, o pasar, con un zoom de un close up o acercamiento a toda una escena. El medio tal vez no sea el mensaje, pero determina el mensaje para el espectador o el auditor. De este modo necesitamos estudiar los medios de comunicación como factor determinante en la percepción”.

• desde la antiguedad hasta la edad media. Si se piensa en una cultura oral, sin lenguaje escrito, sin registros, el habla cumple una serie de funciones que, en la cultura quirográfica, se separarán. En la cultura oral, el conocimiento es conservado en la memoria de los sujetos que la integran, limitándola a los saberes específicos y fragmentados. Un lenguaje escrito permite que el conocimiento trascienda la memoria y el acto del habla.
• el renacimiento, la sociedad estamental y la sociedad burguesa. A partir de las convenciones como la numeración y las nomenclaturas (vocabularios, relaciones), se inicio un proceso de separación entre la comunicación (el habla) y el conocimiento (lo escrito). Esto fue la base fundamental de un proceso de sistematización del pensamiento, y esta comunicación (lo escrito) fue la base de la filosofía y de la ciencia tal como hoy se las conoce. Pero no fue hasta la invención de la imprenta que los contenidos comenzaron a ser formalizados y despersonalizados, tomando la forma y la estructura de lo que hoy se conoce como "libros", o la cultura tipográfica.
• el siglo XX. La última fase de la evolución de los medios de comunicación es la cultura electrónica, que según Lowe está basada en medios eléctricos y electrónicos como el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, la radio, el cinematógrafo, el televisor, la video-casetera, el tocadiscos y la computadora.

- JERARQUÍA DE LOS SENTIDOS: un cambio en los medios de comunicación produce una modificación en la jerarquía de los sentidos: “diferentes culturas de medios de comunicación implican organizaciones jerárquicas especificas de los sentidos. Los cinco sentidos humanos, es decir, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, conectan al sujeto con el mundo. Cada sentido ya es una conexión cualitativamente distinta entre el sujeta y el mundo circundante. Pero ninguno de los sentidos es enteramente autónomo. Por ejemplo, el gusto es reforzado por la vista y el olfato; sin la correlación de estos últimos dos sentidos, la comida no sabe igual. En conjunto, los cinco sentidos nos dan la experiencia de la realidad”, afirma Lowe.
• edad media: el oído y el tacto sobre la vista.
• renacimiento: del oído al tacto se pasa a la supremacía de la vista
• sociedad estamental: la vista sobre el oído y el tacto
• sociedad burguesa: extensión de la vista.
• siglo XX: extrapolación de la vista y el oído.

- ORDEN EPISTEMICO: “Michel Foucault, en su brillante obra El orden de las cosas, propuso la idea de que el discurso es gobernado por reglas o presuposiciones epistémicas inconscientes, y que estas reglas, en conjunto, se modificaban de un periodo a otro. No hay una lógica universal del discurso; y el conocimiento resultante del discurso es discontinuo. En realidad cada conjunto de reglas epistémicas define un orden distinto, y cada orden se apropia un terreno distinto de conocimiento. Foucault, en esa obra, quiso mostrar cómo se transformaron los órdenes epistémicos, desde el Renacimiento hasta el siglo XIX”, afirma Lowe.
• la edad media: Conocer a través de la anagogía (aquel conjunto de reglas epistémicas que ordenaban el conocimiento intelectual del devenir en función de una fe en dios).
• el renacimiento: se conoce a través de la similitud: el universo correspondía al del ser humano. “Buscar un significado es sacar a la luz una semejanza”, según Foucault. Como ha sido expuesto, el conocimiento es posible a partir de las figuras  ya definidas de Convenientia, Aemulatio, Analogía y Simpatía.
• la sociedad estamental: Conocer a través de la representación en el tiempo. Conocer otras dimensiones de espacio. El orden empírico de representación en el espacio fue una clasificación estática.
• la sociedad burguesa: Conocer a través del desarrollo del tiempo. Lo que la razón espacial no podía abarcar dentro de una expansión, sí podía incorporarlo el tiempo. Este desarrollo planteaba una dinámica, una trasformación, una estructura y la totalidad.
• el siglo XX: Conocer a través de un sistema. Sincrónico de oposiciones binarias de diferencias sin identidad. Un sistema sincrónico de la lengua en oposición al habla.

Lowe cita a  Merleau Ponty, quien en su obra la “Fenomenología de la Percepción” deja en claro el modo de conocer del hombre: “El ser humano se conecta con el mundo por vía de la percepción”. Según explica, la percepción no es sólo el acto de percibir, sino que también incluye al sujeto como perceptor y al contenido de lo percibido. “El sujeto perceptor, desde una ubicación encarnada, enfoca al mundo como campo vivido, horizontal. El acto de percibir une al sujeto con lo percibido. Y el contenido de lo percibido, resultante de tal acto, afecta la influencia del sujeto en el mundo”, plantea Lowe.

En resumen, este autor caracteriza a la percepción como “el contexto inmanente y hermenéutico en el cual localizar todo contenido de pensamiento”. Este contexto conlleva la existencia de tres factores que limitan al acto de percibir: los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y las presuposiciones epistémicas (aquello que participa de la naturaleza del conocimiento o del conocer como tipo de experiencia).

Según se explicó anteriormente, el sujeto adquiere conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea por medio de sus sentidos. A partir de los estímulos recogidos por los éstos se descubre la realidad y se la organiza en base a sus propios patrones, a través de un proceso casi inconsciente, llamado percepción.

La percepción, tomada de este modo, es una interpretación significativa de las sensaciones. Para una mejor explicación, limitando el estudio de las percepciones sólo al campo visual, puede afirmarse que es la sensación interior de conocimiento aparente que resulta de un estímulo o impresión luminosa registrada en los ojos.

El acto perceptivo, aunque cotidiano y realizado con automatismo, no es nada simple y tiene múltiples implicaciones. Es evidente que el mundo real no es lo que se percibe por medio de la visión, y por ello se precisa de una interpretación constante y convincente de las señales recibidas.
De la extensa discusión sobre el origen de las percepciones mantenidas por los filósofos, unos mantienen el nativismo (reacción intuitiva e innata), y otros el empirismo (fruto del aprendizaje y acumulación de experiencias). Hay una tercera postura mantenida por los psicólogos de la Gestalt (ver vocabulario), quienes sugieren que la percepción es producida por una realización característica y espontánea del sistema nervioso central, que puede denominarse "organización sensorial".

Lowe cierra su primer capítulo de su Historia de la percepción burguesa afirmando: “Son necesarias dos condiciones adicionales a lo que he estado analizando en este capítulo con respecto a la historia de la percepción. En primer lugar, los sucesivos campos perceptuales no sólo se desplazan unos a otros. Antes bien, uno nuevo se sobreimpone al anterior, de modo que dentro de un periodo encontramos sedimentación de campos perceptuales; Pero el campo dominante ejerce una hegemonía gramsciana sobre los anteriores. En segundo lugar, el campo de percepción determina el contenido del conocimiento. Pero ese campo es, a su vez, determinado por la sociedad como totalidad, pues el conocimiento dentro de la totalidad es mucho más que una simple ideología o superestructura. Es la conciencia intencional dentro de un campo perceptual. Pero los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico que constituyen tal campo, están determinados por la estructura de la totalidad. El concepto dialéctico de determinación dentro de totalidad es rnucho más complejo y realista que el concepto lineal, positivista, de causa y efecto”.


VOCABULARIO

ANAGOGÍA
El término griego (derivado de ana = “hacia arriba" y ago = "conduzco") tiene el sentido de "levantar". Aparece ya con esta acepción en Homero, Tucícides y Jenofonte. Junto a esta primera acepción, el verbo anaghein tiene también el sentido de « restaurar", «restituir" o más generalmente como «referirse a". Con este uso aparece en Platón « llevar algo de nuevo a lo esencial", en Aristóteles y entre los estoicos, que lo utilizan en el ámbito de la interpretación de mitos.
El sustantivo "anagogía" es entendido como término técnico para designar una forma determinada de exégesis cristiana. En el Nuevo Testamento la acepción más frecuente de anaghein es la de « conducir hacia arriba" (“lo llevó el diablo a un lugar alto”), o de “navegar”. En los Padres apostólicos anaghein figura para indicar el ascenso del hombre hacia Dios.
En el texto de los Stromata de Clemente alejandrino puede leerse: «El carácter típico de las Escrituras es parabólico, ya que también el Señor, que no es de este mundo, vino entre los hombres como si fuera del mundo. En efecto, se revistió de todas las virtudes y tenía que transferir (anaghein) al hombre educado en el mundo a las verdaderas realidades inteligibles: desde un mundo hasta otro mundo».
Anagogía entonces, se convierte en un término técnico para la interpretación de las Escrituras con la doble acepciónde “levantar” y “remitir”, entendiéndose la profundización del conocimiento de las Escrituras, a través de un método interpretativo, como un "ascender”.
BITS / BYTES
Sistema numérico binario utilizado en el lenguaje computacional basado en un código o programa que sirve para recibir, interpretar y ejecutar los datos. Todos los programas, instrucciones, textos y órdenes introducidos en las computadoras, en tanto dispositivos electrónicos digitales, son transcriptos a un código binario similar a una cadena de ceros y unos. Cada cero (“0”) y cada uno (“1”), representa un “bit” de información. La palabra “bit” constituye el acrónimo de Binary DigIT, que significa “dígito binario”.
La etimología la palabra “digital” proviene de épocas remotas en las que lapersonas tenían que contar con los dedos las piezas que cazaban. De ahí también que las impresiones que dejan los dedos cuando tocan un objeto se denominen “huellas digitales”.
Se supone que por la necesidad que tenían esos primeros “homo sapiens” de utilizar los diez dedos de las manos para contar (recurso que aún utilizan muchos niños e incluso no muy niños), surgió el sistema numérico que se imparte en la enseñanza primaria, compuesto por diez dígitos o números que van del “0” al “9”. Ese conocido sistema se denomina "sistema numérico decimal", o "de base 10".
Pero en el mundo de las matemáticas el sistema decimal no es único que existe para realizar cálculos simples o complejos. Coexisten, además, otros sistemas numéricos, desconocidos para la mayoría de las personas, entre los que se encuentran el "sistema numérico hexadecimal", de "base 16", y el "sistema numérico binario", de "base 2". Este último es el más utilizado en informática y se emplea para efectuar todas las operaciones matemáticas solamente con el “0” y “1”, dígitos con los cuales las computadoras realizan todas las operaciones para las que fueron concebidas. De ahí su denominación de "dispositivos digitales".
El sistema numérico binario fue el escogido por los ingenieros informáticos para el funcionamiento de esta tecnología, porque era más sencillo para el sistema electrónico de la máquina distinguir y manejar solamente dos dígitos, o sea, el "0" y el "1" que componen el sistema numérico binario, en lugar de los diez dígitos (del 0 al 9), que constituyen el sistema numérico decimal.
De no haber existido el sistema matemático binario, el desarrollo de una tecnología para que las computadoras pudieran funcionar empleando el sistema decimal hubiera sido tan costosa que estas terminales no hubieran estado siquiera al alcance de la mayoría de las empresas, tal como ocurría con las voluminosas computadoras o “mainframes” que se utilizaron a partir de los años 50 del siglo pasado.
Esas enormes máquinas sólo la podían adquirir empresas muy poderosas, que las utilizaron hasta que comenzaron a ser desplazadas, a partir de los años 80 del siglo pasado, por los ordenadores o computadoras personales (PC).
Para su funcionamiento, tal como ya se mencionó, el ordenador utiliza el sistema numérico binario basándose en un código o programa que le sirve para recibir, interpretar y ejecutar los datos. Todos los programas, instrucciones, textos y órdenes que introducimos en el ordenador éste las recibe en código binario como una cadena de ceros y unos. Cada cero (“0”) y cada uno (“1”), representa un “bit” de información. La palabra “bit” constituye el acrónimo de Binary DigIT, que significa “dígito binario”.
Para formar cada carácter alfanumérico, es decir una letra, número o signo, los ingenieros informáticos, después de realizar muchas pruebas, optaron por combinar ocho bits o cadena de ceros y unos para formar un “octeto” al que denominaron “byte”.
A cada carácter alfanumérico le asignaron un byte de información y estructuraron 256 valores binarios distintos en un código que llamaron ASCII (American Standard Code for Information Interchange – Código Estándar Americano para Intercambio de Información).
En el Código ASCII los valores binarios entre 0 y 31 corresponden a instrucciones, entre 32 y 127 corresponden al alfabeto alfanumérico y entre 128 y 255 a caracteres de otros idiomas y signos menos convencionales.
Para establecer una analogía entre la computadora personal o PC  y otros sistemas de comunicación por código, se puede decir que éste no fue el primer dispositivo en utilizar ese recurso. De hecho, mucho antes de que existiera algo semejante a los ordenadores, las comunidades primitivas transmitían mensajes a largas distancias utilizando códigos de sonidos (por medio de tambores) o visuales (produciendo señales de humo). Incluso las marinas de guerra de algunos países todavía utilizan un antiguo código de banderas llamado semáforo para transmitir mensajes entre buques que se encuentran a la vista en alta mar, o entre buques y tierra. Otro ejemplo lo constituye el código o alfabeto Morse de telegrafía, que utiliza únicamente puntos y rayas, a modo de código binario analógico. En el código Morse un sonido corto representa un punto y uno largo una raya. La combinación de puntos y rayas permiten obtener el alfabeto completo, los números y algunos signos. El código Morse se puede utilizar también para transmitir mensajes sustituyendo los sonidos por luz

DUALISMO
Concepción filosófica que afirma la existencia de dos sustancias, la material y la espiritual, a diferencia de los monistas, que no admitían más que una.  Con los vocablos “dualismo” y “monismo”, en el siglo XVII se caracterizaban dos posiciones fundamentales en el problema de la relación alma-cuerpo, de amplias resonancias en la filosofía moderna a partir de Descartes. Este filósofo es caracterizado como francamente dualista, en tanto que Spinoza representa el caso antitético.
Una posterior generalización del significado del término ha hecho que “dualismo” significara en general, toda contraposición de dos tendencias irreductibles entre sí.
FENOMENOLOGÍA
Del griego, "mostrarse" o "aparecer", y logos, "razón" o "explicación", se trata de un método filosófico que procede a partir del análisis intuitivo de los objetos tal como son dados a la conciencia cognoscente, a partir de lo cual busca inferir los rasgos esenciales de la experiencia y lo experimentado.
Este término se utilizó con relativa frecuencia en la época precrítica de la filosofía alemana, aunque de manera asistemática: el teólogo  Ötinger lo empleó para designar el estudio de las manifestaciones de lo divino. Sin embargo, no fue hasta que  Kant introdujera la distinción idealista entre lo fenoménico y lo nouménico en la teoría epistemológica cuando la noción alcanzó su lugar en la filosofía.  Hegel la llamó fenomenología del espíritu, aunando el concepto teológico con el filosófico, a la historia dialéctica del autoconocimiento del espíritu absoluto.
El significado variable con que hoy se emplea el término proviene de finales del siglo XIX; la fenomenología como escuela tuvo su origen en la enseñanza de  Brentano, y su máximo exponente en  Husserl, quien empleó el método fenomenológico para desarrollar uno de los sistemas filosóficos más populares y refinados de la primera mitad del siglo XX. En el sentido desarrollado por Husserl, la fenomenología opera abstrayendo la cuestión de la existencia del objeto conocido, y describiendo minuciosamente las condiciones en las que se aparece a la conciencia; la fenomenología está así en fundamental oposición a la filosofía crítica, de índole kantiana, que se orienta al contenido trascendental que la experiencia no muestra.  Heidegger, quien fue discípulo y ayudante de Husserl, practicó la fenomenología en sus primeras obras, aunque luego se apartó del método.
La fenomenología alcanzó un notable predicamento en Francia a través de la obra de  Merleau-Ponty, y a través de éste y de Heidegger ejerció una poderosa influencia sobre el método analítico y los principios filosóficos del existencialismo.
La fenomenología opera y extrae la cuestión de la existencia del objeto conocido, según se aparece a la conciencia, en contraposición a la filosofía crítica de Kant que opera sobre el contenido que la experiencia no muestra.
Extrae las características esenciales de las experiencias y la esencia de lo que el sujeto experimenta. Brentano la describió y Husserl amplió la intencionalidad (intentionality): la principal característica de la conciencia (conocimiento) es que siempre es intencional (intetionality = aboutness).
Cada fenómeno mental o acto psicológico está dirigido a un objeto, el objeto intencional, (deseo, deseo de algo). Ser intencional es la característica clave que distingue el fenómeno mental o psíquico del físico.
Husserl analiza la estructura de los actos mentales y cómo se dirigen a objetos reales e irreales:
• Noesis: acto de conciencia y fenómeno al que va dirigido (desear).
• Noematic: objeto o contenido (noema) que aparece en los actos noéticos (lo deseado).
Lo que el sujeto observa no es el objeto en sí mismo, sino cómo y cuándo es dado en los actos intencionales. El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas las presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y los aspectos sin esencia (subjetivos) de cómo el objeto es dado al sujeto. Este proceso fue denominado epoché por Husserl, quien introdujo más tarde el método de reducción fenomenológica para eliminar la existencia de objetos externos. Quería concentrarse en lo ideal, en la estructura esencial de la conciencia. Lo que queda después de esto es el ego transcendental que se opone al concreto ego empírico. Con esta filosofía es posible estudiar las estructuras esenciales que hay en la pura conciencia, el noemata y las relaciones entre ellos.
GESTALT
También denominada teoría de la percepción, se formula a principios del siglo XX, cuando un grupo de psicólogos alemanes agrupados con el nombre de gestaltpsychologie (que puede traducirse como "teoría de la estructura" o de la "organización" o también como "teoría de la forma" o "configuración") publican su particular postura acerca de la forma de percepción del ser humano.
Kóhler, Kofka, Lewin, y Wertheimer, fueron los principales exponentes de esta corriente, que declaraba que la realidad psíquica es unitaria, y por ello únicamente comprensible si se la enfoca en su "conjunto estructural".
Esta concepción era abordada desde una psicología de los conjuntos, de las estructuras y de las formas. Las estructuras globales pueden presentar una articulación interior de partes o miembros que tienen funciones determinadas en el todo. La correspondencia que se establece entre una parte y la totalidad de la forma no se mantiene cuando esa parte se traslada a otro conjunto. Una parte en un todo es algo distinto a esa parte aislada o en
otro todo.
La Gestalt tiene como base de la percepción que "el todo es mayor o diferente que la suma de las partes. Kohler, gran interesado por la música, plantea que una composición musical es algo más que las notas musicales separadas.

GNOSEOLOGIA
Rama de la filosofía que estudia los problemas del conocimiento, su posibilidad, límites, origen, naturaleza y validez. Se diferenció de la lógica al adquirir importancia la cuestión de la validez del conocimiento y requerir un tratamiento propio. Si bien casi todos los filósofos han tratado los problemas del conocimiento, la importancia que ha adquirido una teoría especial acerca de esta problemática es relativamente reciente. Sólo en la modernidad (con varios autores renacentistas interesados por la gnoseología) a partir de autores como Descartes, Leibniz, Locke, Hume, entre otros, el problema del conocimiento comenzó a convertirse en un problema central en el pensamiento filosófico. Desde Kant, la cuestión acerca del conocimiento comenzó a ser objeto de una “teoría del conocimiento o gnoseología”

MARXISMO
Conjunto de teorías, conceptos y metodologías que pueden extraerse de las obras de K. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895), representantes del ideario socialista al formular de manera sistemática una concepción del mundo, la sociedad y la política. El primer autor mencionado elaboró su doctrina a part de la crítica del conocimiento existente, y fueron sus principales fuentes la filosofía alemana –en particular el modelo de Hegel- la economía política inglesa y socialismo utópico francés. A medida que fue analizando estos modelos, los impugnó para ir construyendo su propia concepción. Los aportes efectuados por el marxismo se encuentran fundamentalmente en el campo de la filosofía, a través del materialismo dialéctico, el de las ciencias sociales mediante el materialismo histórico, y el análisis específico del sistema capitalista.
A los fines de comprender los desarrollos de Lowe, se hará hincapié en el materialismo dialéctico, es decir, la filosofía del marxismo. Sus principales postulados se presentan como leyes generales que gobiernan la Naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Esta concepción sostiene que lo material y lo ideal constituyen una unidad contradictoria, donde lo material es lo básico o fundamental. La materia puede existir al margen e independientemente de la mente del sujeto, pero no puede ocurrir lo contrario ya que la mente surgió históricamente de la materia y no puede existir sin ella. Las sensaciones que recibe el sujeto corresponden a una realidad exterior verdaderamente existente, y las ideas y conceptos son el reflejo en la mente de objetos exteriores susceptibles de ser aprehendidos por la inteligencia, de los que se desprende que para esta concepción la realidad es un fenómeno cognoscible.
Lejos de ser algo estático, la realidad constituye una unidad contradictoria que, en virtud del conflicto entre sus componentes antagónicos, se encuentra en un proceso de cambio histórico progresivo y constante. Estos cambios pueden ser graduales, revolucionarios, a saltos, continuos o discontinuos y requieren de leyes lógicas dialécticas para poder ser explicados.

DONALD LOWE Historia de la percepción burguesa

DONALD LOWE
Historia de la percepción burguesa, FCE, Buenos Aires, 1986.

CAPITULO I
LA HISTORIA DE LA PERCEPCIÓN

Lo que estoy proponiendo aquí, la historia de la percepción, no es historia intelectual ni análisis estructuralista. La primera se preocupa por el contenido del pensamiento, a saber, las ideas, y las organiza como grupos, o sigue su origen hasta pensadores individuales. Por consiguiente, la historia intelectual es idealista. Por otra parte, el estructuralismo plantea un sistema sincrónico para determinar el contenido del pensamiento. Desde mi punto de vista, es demasiado formalista y por ello incapaz de explicarnos ciertos cambios del contenido del pensamiento. Mi historia de la percepción es un estudio de la interacción dinámica entre el contenido del pensamiento y la institucionalización del mundo. En otras palabras, la fenomenología de la percepción es ese cable de conexión que por una parte es capaz de dar un contexto inmediato al pensamiento y, por la otra, queda determinado por la institucionalización del mundo.

En lugar de pensamiento (o conciencia) y sociedad, yo estoy proponiendo la historia de la percepción como vínculo intermediario entre el contenido del pensamiento y la estructura de la sociedad. Por “percepción” no quiero decir la neurofisiología de la percepción, ni la psicología conductista de la percepción, sino una descripción inmanente de la percepción como experiencia humana . Como lo subrayó Merleau Ponty en su obra seminal, Fenomenología de la percepción, el ser humano se conecta con el mundo por vía de la percepción . La percepción, como el vínculo vital, incluye al sujeto como perceptor, el acto de percibir y el contenido de lo percibido. El sujeto perceptor, desde una ubicación encarnada, enfoca al mundo como campo vivido, horizontal. El acto de percibir une al sujeto con lo percibido. Y el contenido de lo percibido, resultante de tal acto, afecta la influencia del sujeto en el mundo. Por tanto, la percepción es un todo reflexivo, integral, que abarca al perceptor, el acto de percibir y el contenido de lo percibido. La descripción inmanente de la percepción debe enfocarla desde estos tres aspectos.

Yo propongo que la percepción como todo reflexivo e integral es el contexto inmanente y hermenéutico en el cual localizar todo contenido de pensamiento. Esta percepción está limitada por tres factores, a saber: i) los medios de comunicación que enmarcan y facilitan el acto de percibir; ii) la jerarquía de los sentidos, es decir, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, que estructura el sujeto como perceptor encarnado, y iii) las presuposiciones epistémicas  que ordenan el contenido de lo percibido. Los tres están relacionados e interactúan. En conjunto constituyen un campo de percepción, dentro del cual se vuelve posible el conocimiento específico.

Y no sólo están relacionados: estudios recientes revelan que los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico cambian con el tiempo. De allí que el campo perceptual constituido por ellos difiera de un periodo a otro. Hay una historia de la percepción para delimitar el contenido cambiante de lo conocido.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En nuestro siglo proliferan los medios de comunicación, cada uno de los cuales sucede y se sobrepone a los anteriores. Así, el cine ha dado dinamismo a la fotografía, y la televisión ha transformado la transmisión por radio. Tenemos una conciencia cada vez mayor de que estos medios no sólo trasmiten información sino que la empacan y la filtran, cambiando de este modo su significado. Como ejemplos específicos tomemos la narración de una escena en la novela y en el cine. La literatura narrativa, mediante un sistema de señales lingüísticas, acumulativamente describe una escena añadiendo una pieza de información a otra. No hay otra manera de hacerlo en letras de molde. Pero la cinematografía, utilizando imágenes “móviles” discontinuas, puede introducir una mise en scene, o pasar, con un zoom de un close up o acercamiento a toda una escena. El medio tal vez no sea el mensaje, pero determina el mensaje para el espectador o el auditor. De este modo necesitamos estudiar los medios de comunicación como factor determinante en la percepción.

En la actualidad tenemos buen número de teorías de comunicación que explican el estado de los medios informativos, que van desde el modelo matemático de Shannon Weaver hasta la semiótica de Umberto Eco y Thomas Sebeok. Entre todos ellos yo estoy dispuesto a favorecer lo resumido en The Presence of the Word de Walter Ong. La teoría de Ong no es enteramente original sino que es un resumen sucinto de las obras de muchos, incluso de la suya propia sobre la lógica rameana. Aunque el tema del catolicismo imbuye su versión (Ong es jesuita), sin embargo su teoría es la más amplia; y yo basaré en ella mi análisis de los medios de comunicación.

La cultura puede concebirse como oral, quirográfica, tipográfica o electrónica, según los medios de comunicación que la sostengan. Cada uno de estos cuatro tipos de cultura organiza y enmarca el conocimiento cualitativamente en una forma por entero distinta de los otros tres. Y son históricamente sucesivos, ya que cada tipo ulterior queda sobrepuesto a los anteriores, aunque residuos del tipo anterior persistan para afectar al posterior.

Una cultura oral no tiene lenguaje escrito y, por tanto, no tiene registros, no hay textos. En esa sociedad, el habla cumple una combinación de funciones que la cultura tipográfica tiende a separar en compartimientos. En una cultura tipográfica el habla es comunicación, mientras que el conocimiento se conserva no por medio del habla sino de la prensa. Y todos sabemos cómo la comunicación oral puede cambiar inadvertidamente el contenido del conocimiento. Sin embargo, en una cultura oral, sin el beneficio de registros escritos, el habla tiene que satisfacer las dos funciones: de conservar el conocimiento así como la comunicación, pues sólo en el acto de hablar puede conservarse su conocimiento. Aunque sin el apoyo de la imprenta, el habla en la cultura oral es ayudada por el arte de la memoria . Se organizan palabras rítmicas, en fórmulas y lugares comunes, y después se les dan pausas métricas. De esta manera es posible recordarlas y recitarlas con gran facilidad. Y lo que se puede recitar y repetir se conservará. La recitación métrica de fórmulas y lugares comunes rítmicos ofrece una red de comunicaciones para determinar el conocimiento en la cultura oral. Sólo pueden conservarse como conocimiento aquellos fenómenos que embonen en las fórmulas y lugares comunes. Lo nuevo y lo claramente distinto pronto será olvidado. Por consiguiente, el conocimiento en la cultura oral tiende a ser conservador, no especializado, y su contenido no es analítico sino formulaico.

La introducción de un lenguaje escrito, sea ideográfico o alfabético y su conservación en algún tipo de manuscrito constituyeron una cultura quirográfica. Aunque se necesitó largo tiempo para lograrlo, la escritura acabó por separar del habla y de la memoria el conocimiento. Un lenguaje escrito conservaba el conocimiento después del acto del habla y más allá de la desaparición del recuerdo.
Se podía recurrir a cualquier pieza de escritura, aprenderla y criticarla, mientras que antes, en una cultura oral, el conocimiento dependía de la actuación del hablante.

La separación del conocimiento y el habla es una realización extraordinariamente difícil, que cada sociedad con escritura debe esforzarse por llevar a cabo, sobre un periodo prolongado, con un resultado distinto. La cultura quirográfica de la antigüedad clásica introdujo un nuevo ideal, la lógica abstracta formal . No obstante, la tradición oral en la organización del conocimiento, por ejemplo, la retórica y la disputación, persistió desde la antigüedad clásica hasta el Renacimiento, pasando por la Edad Media. Mientras el conocimiento de la escritura fue monopolio de una elite de escribas, aparte de las masas iletradas, la cultura quirográfica nunca pudo desplaza por completo a la cultura oral. En cambio, la primera fue superpuesta a la última, y sólo lentamente fue filtrándose hacia abajo. Una monografía reciente ha documentado la gradual penetración de la cultura quirográfica en la Inglaterra medieval . A lo largo de tal periodo, “leer” fue leer en voz alta; y el pueblo seguía confiando mucho más en la tradición oral que en los registros escritos. Sin embargo, la creación y retención de registros escritos ya había transformado, acumulativamente, a Inglaterra en una sociedad “letrada” a comienzos del siglo XIV.

La revolución tipográfica de mediados del siglo XV introdujo una cultura enteramente nueva, y mucho más dinámica, de medios de información impresos, con consecuencias tan formidables como las de la transición de la cultura oral a la cultura quirográfica. De hecho, los efectos de la revolución tipográfica sobre la cultura quirográfica fueron más rápidos que los de la escritura sobre la cultura oral. Elizabeth Eisenstein, en The Printing Press as an Agent of Change, ha enumerado los principales rasgos de esta transformación . La imprenta diseminó textos de diversos periodos y países, despertando la conciencia de las diferencias y la necesidad de una comparación crítica. Estandarizó no sólo textos sino también calendarios, diccionarios mapas, cartas, diagramas y otras ayudas visuales, por lo que se puso de manifiesto el valor de la "afirmación pictórica exactamente repetible". La familiaridad con el uso el orden alfabético, de los números arábigos, de los signos de puntuación, de las divisiones seccionales, de los índices, etcétera' todo ayudó a sistematizar el pensamiento. Y la imprenta puso Fin al problema de la corrupción por la memoria o el manuscrito. En cambio, el nuevo carácter fijo de la información tipográfica fue requisito básico del rápido y acumulativo avance del conocimiento.

La cultura quirográfica hizo posible el descubrimiento de una lógica abstracta formal, aparte del habla y de la memoria; pero quedó reservado a la cultura tipográfica introducir un nuevo ideal de conocimiento objetivo, es decir, la ciencia del siglo XVII. Por alguna razón, la quirografía nunca o superar la  conexión oral entre el hablante y el contenido del conocimiento. Y el conocimiento pre-tipográfico seguía organizado como retórica, polémica o disputación. La imprenta finalmente estandarizó la comunicación de conocimientos, independientemente de todo hablante o manuscrito particular. La estandarización tipográfica hizo pasar lo conocido, enteramente, al "contenido". Esto significó una formalización de lo conocido como contenido, aparte del cognoscente. Antes, fue muy difícil separar uno del otro, y ciertos cuerpos de conocimiento dependían de la trasmisión personal por un maestro. Pero ahora el contenido formalizado, es decir, despersonalizado, en letras de imprenta, era accesible a cualquier lector competente, calificado. Así la estandarización tipográfica hizo posible el nuevo ideal de conocimiento objetivo. (Al hablar de "posibilidad", no estoy diciendo que la imprenta causó el conocimiento objetivo; antes bien, que la imprenta fue una de las condiciones necesarias para descubrir el conocimiento objetivo.)

Nosotros, en el siglo XX, estamos entrando en una cultura electrónica. Con ello quiero decir una cultura de la comunicación basada en medios eléctricos y electrónicos, como el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, la radio, el cinematógrafo, el televisor, la videocasetera, el tocadiscos y la computadora, más otros que están por venir. La nueva cultura electrónica se está superponiendo a la antigua cultura tipográfica, sin desplazarla por completo. Ésta es, en realidad, una época de transición, comparable a la transición del siglo XVI: de la cultura quirográfica a la tipográfica. Como estamos entrando en una nueva cultura de medios de comunicación tenemos mayor conciencia del contorno de la antigua cultura tipográfica. Pero las implicaciones perceptuales de la nueva cultura electrónica, que nos llegan subliminalmente, son mucho más difíciles de precisar.

En esto, creo que es muy útil la obra de J.R. Pierce, Symbols, Signals and Noise, presentación no técnica de la teoría de la información de Claude Shannon . La teoría de la información es la base estadística y matemática para la comunicación de mensajes a través de medios electrónicos. Según ella, todo mensaje en su fuente, sea en lenguaje o en imagen, puede codificarse en números dígitos binarios de uno y cero. El bit(contracción de] término binary digit), que simplemente es una elección entre el positivo y el negativo, es la unidad básica de información que se trasmitirá a través del medio electrónico, y luego será descifrado en el extremo receptor. En esta forma el lenguaje puede ser trasmitido a través de un cable, o de una imagen por vía de televisión. En un proceso de codificación, trasmisión y desciframiento es posible calcular estadísticamente el número de bits de información que se pueden enviar a través de la capacidad de cierto canal dentro de un periodo limitado, tomando en cuenta la cantidad tolerable de interferencia y retraso. Por consiguiente la teoría de la información se interesa en saber qué tipo de mensaje puede comunicarse más eficientemente a través de qué tipo de canal.

La transición de la cultura tipográfica a la electrónica es, fundamentalmente, un cambio a partir de la comunicación por medio M tipo a la comunicación por medio del bit. Si el tipo ha hecho más formal y objetivo el conocimiento quirográfico, entonces nuestro problema es: ¿cómo ha transformado el bit al conocimiento tipográfico? Mientras que el tipo tiene fijeza, el bit no es más que una unidad estadística, una traducción matemática de un lenguaje o imagen, existente. Abraza una lógica elemental de oposiciones binarias, es decir, es posible descomponer todos los fenómenos en códigos basados en un positivo y un negativo, 1 y 0. Por tanto la lógica de la ciencia objetiva está siendo desplazada por la lógica binario digital de la ciencia de las computadoras. Las oposiciones binarias recorren todos los niveles de cualquier estructura. La antigua fijeza de la imprenta está siendo subvertida por un nuevo conocimiento de estadística y probabilística.

LA JERARQUIA DE LOS SENTIDOS

Quienes estudian la historia de los medios de comunicación, entre ellos Ong, han mostrado cómo ciertos medios se relacionan con organizaciones específicas de los sentidos humanos. Este aspecto de su estudio ha sido reforzado por las obras de los historiadores de los Annales , y por la fenomenología de la percepción sensorial . Sobre estas bases yo explicaré en esta sección qué es la jerarquía de los sentidos, y luego propondré cómo diferentes culturas de medios de comunicación implican organizaciones jerárquicas especificas de los sentidos.

Los cinco sentidos humanos, es decir, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, conectan al sujeto con el mundo. Cada sentido ya es una conexión cualitativamente distinta entre el sujeto y el mundo circundante. Pero ninguno de los sentidos es enteramente autónomo. Por ejemplo, el gusto es reforzado por la vista y el olfato; sin la correlación de estos últimos dos sentidos, la comida no sabe igual. En conjunto los cinco sentidos nos dan la experiencia de la realidad.

De los cinco sentidos el oído es el más continuo y penetrante. Digo esto aun cuando muchos, desde Aristóteles en la Metafísica hasta Hans Jonas en The Phenomenon of Life(1966), han dicho que la vista es el más noble. Pero la vista siempre va dirigida a lo que está enfrente, no demasiado lejos ni demasiado cerca, pues de otra manera no podemos ver claramente. Y la vista no puede doblar una esquina; al menos, no sin ayuda de un espejo. En cambio, el sonido nos llega, nos rodea de momento, con un espacio acústico lleno de timbres y matices. Es más cercano y sugestivo que la vista. La vista siempre es la percepción de una superficie desde un ángulo particular. Pero el sonido es la percepción capaz de penetrar bajo la superficie. Por ejemplo, el sonido puede poner a prueba la solidez de la materia; y el habla es una comunicación que conecta a una persona con otra. Por tanto, la calidad del sonido es fundamentalmente más vital y conmovedora que la de la vista.

El tacto es el más realista y seguro de los cinco sentidos. Lo que vemos u oímos, siempre queremos verificarlo por el sentido del tacto. El tacto es tangible y sustantivo. Es la conexión perceptual última entre un sujeto y otro, de modo que podemos estar seguros de lo que vimos u oímos. Sólo cuando lo toco sé cuán duro o resistente es un objeto, cualidades que el aspecto y el sonido no pueden revelar. Asimismo, cuando toco y luego siento a otra persona, he hecho contacto con otra vida. Tocar es, fundamentalmente, contacto físico. Caracteriza a cada uno de nosotros como ser sensual y sexual, que busca la unión física con otro ser.

La vista, en contraste con el oído, el tacto, el gusto y el olfato, es, eminentemente, un acto de distanciamiento, de juicio. Los datos de los otros cuatro sentidos llegan a nosotros, por lo que perceptualmente nos conectamos con lo que está próximo. Pero la vista es una extensión en el espacio, y presupone una distancia. Vemos abrirse frontalmente ante nosotros un campo horizontal, dentro del cual localizamos los objetos de nuestra atención; frontal en el sentido de que sólo vemos lo que se presenta ante nuestros ojos. Y suponemos una posición erecta en relación con los datos de la vista. Podemos oír, tocar, ver y gustar en cualquier posición que queramos, sin afectar ese sentido en particular. Pero la vista es más segura cuando adoptamos la posición erecta, porque desde tal perspectiva usual podemos comparar y contrastar los objetos de nuestra atención contra un fondo vasto y difuso. Dentro de esta extensión frontal, erecta, horizontal, la vista constituye un juicio. Los otros cuatro sentidos pueden ser muy refinados y discriminadores, pero sólo la vista puede analizar y medir. Ver es una percepción comparativa de cosas que hay ante nosotros, el comienzo de la objetividad. Por ello la vista ha sido íntimamente relacionada al intelecto.

Percibimos no sólo por la vista sino mediante una combinación de los cinco sentidos, que se verifican y refuerzan unos a otros. De otra manera nuestra experiencia de la realidad quedaría sumamente mutilada. Además cada persona tiene una combinación ligeramente distinta de capacidad sensorial Un músico debe tener mejor oído que la mayoría de la gente; y un buen chef tiene mejores papilas gustativas. Por tanto cada uno de nosotros tiene una experiencia ligeramente distinta de la realidad debido a la diferente combinación de los cinco sentidos.

El argumento en la historia de la percepción, no concierne a variaciones individuales. En cambio propone que los medios de comunicación de cada periodo, sean orales, quirográficos, tipográficos o electrónicos, subrayan diferentes sentidos o combinaciones de ellos, apoyando una organización jerárquica distinta de los sentidos. Y el cambio en la cultura de los medios de comunicación conduce, a la postre, a un cambio en la jerarquía de los sentidos.

En una cultura oral el oído sobrepasa a la vista como el más importante de los cinco sentidos. En semejante cultura, comunicación oral es comunicación auditiva. A falta de lenguaje escrito en manuscritos o en tipos, el conocimiento se comunica exclusivamente por el habla. Y el habla hay que oírla cercana e instantáneamente, puesto que no hay teléfono, fonógrafo, radio, videocasetera ni tocadiscos para trasmitir un mensaje hablado a través del tiempo o el espacio. El habla es directamente asimilada por el oído, sin mediación del ojo. Y nos conmueve más el sonido que la vista, ya que el primero nos rodea, mientras la segunda nos distancia. El habla rítmica, métrica, constituye así la comunicación oral / auditiva, del conocimiento como suceso público haciéndolo más intenso y real que la comunicación quirográfica, tipográfica o aun electrónica. En una cultura oral oír  no ver  es creer.

La transición de una cultura oral a una quirográfica no fue tanto un desplazamiento cuanto una sobreposición de una cultura de medios de comunicación sobre otra. Y la cultura quirográfica no alteró la supremacía del oído en la jerarquía de los sentidos. La cultura quirográfica de la Edad Media, como lo afirman los historiadores de los Annales, continuó subrayando la prioridad del oído y del tacto sobre la vista. La gente daba más crédito a lo que podía oír y tocar que a lo que podía ver. Durante este periodo la escritura fue monopolio de una pequeña elite clerical, y la lectura siempre se lograba con mucha dificultad. En realidad, leer seguía siendo leer en voz alta, de modo que el oído pudiese asimilar el mensaje. Antes de la invención de la tipografía la visualidad nunca logró derrocar la supremacía auditiva y táctil de los sentidos humanos.

La cultura tipográfica finalmente rompió los frenos audiotáctiles impuestos por las culturas oral y quirográfica, y en cambio introdujo la supremacía de la vista en la jerarquía de los sentidos. La página impresa, con sus tipos estandarizados, su puntuación y sus divisiones seccionales, gradualmente acostumbró el ojo a la presentación de mensajes en un espacio formal y visual. Esta estandarización del espacio visual aún no se lograba en la quirografia, mientras que el espacio tiempo acústico era el marco perceptual de la cultura oral. Con este cambio en la jerarquía de los sentidos “lee” gradualmente se volvió la silenciosa asimilación del mensaje por el ojo. Además, como tan convincentemente lo arguyó William Ivins, Jr., en Prints and Visual Communication, la estandarización de los tipos hizo, desde el principio, que la información visual fuese más fidedigna que la información auditiva y táctil . Antes, las copias manuscritas inevitablemente corrompían la ilustración, después de unas cuantas manos. Pero, ahora, los tipos pictóricos eran idénticos en todos los ejemplares de la misma edición. En realidad los tipos fueron más útiles que las palabras al transmitir información técnica, científica. La ciencia del siglo XVII vino después de la revolución tipográfica de los medios de comunicación y de la supremacía de la vista en la jerarquía de los sentidos y, por tanto, las presupuso.

Sólo ahora, habiendo entrado en una cultura electrónica, se ha hecho reconocible la jerarquía de los sentidos en la cultura tipográfica. Mientras nos encontramos dentro del marco de una cultura de medios de comunicación es mucho más difícil discernir su dinámica perceptual. Walter Ong afirma que la cultura electrónica ha extendido e intensificado nuestros sentidos para promover una nueva oralidad, con una mayor perspectiva para la comunicación ver-bal . Yo convengo en que los medios electrónicos extienden nuestros sentidos, pero preveo consecuencias muy distintas para la organización jerárquica de éstos.

Mi idea es que los medios electrónicos han extendido y extrapolado vista y oído, alterando nuestra realidad cotidiana. La revolución fotográfica de mediados del siglo XIX hizo que el objeto de la vista, la imagen visual, fuese mucho más exacta en todos sus detalles que la ilustración impresa. La imagen gráfica se ha vuelto fotográfica. Sin embargo, como lo ha  indicado Susan Sontag en On Photography aunque la foto es capaz de perpetuar una imagen visa, se ha perdido el contexto original de imagen. Y la imagen tampoco está relacionada en alguna otra forma con la experiencia de vida auténtica de todo observador posterior. Así, fotográficamente es ver fuera de contexto . No obstante, la imagen fotográfica es aceptada por el siglo XX como "realista" Y este "realismo» ha sido intensificado por la imagen móvil del cine mudo. Correlativamente, el teléfono, el fonógrafo, la radio, el tocadiscos y la videocasetera han amplificado y extendido el sonido a través del espacio y/o el tiempo. Esta amplificación del sonido es análoga a la extensión fotográfica de la visión. Cada una satura de información un solo canal a expensas de los demás.

Ahora, cine y televisión crearon aquí una "realidad" basada en la visión y el sonido extendidos, sin ninguna referencia a los otros tres sentidos. En la actualidad, en nuestra vida cotidiana, nos bombardean estas nuevas imágenes visuales y auditivas. La “realidad” comunicada por los medios electrónicos queda sobreimpuesta a la antigua realidad sostenida por medios tipográficos. Por ello, literalmente, la primera es una surrealidad. La surrealidad electrónica es multiperspectiva y ambiental, mientras que la realidad tipográfica es uníperspectiva y objetiva. Esta surrealidad se obtiene por la extensión y extrapolación de la vista y el oído a expensas del tacto, el olfato y el gusto.

EL ORDEN EPISTÉMICO

Michel Foucault, en su brillante obra El orden del discurso, propuso la idea de que el discurso es gobernado por reglas o presuposiciones epistémicas inconscientes, y que estas reglas, en conjunto, se modificaban de un periodo a otro . No hay una lógica universal del discurso; y el conocimiento resultante del discurso es discontinuo. En realidad cada conjunto de reglas epistémicas define un orden distinto, y cada orden se apropia un terreno distinto de conocimiento . Foucault, en esa obra, quiso mostrar cómo se transformaron los órdenes epistémicos, desde el Renacimiento hasta el siglo XIX. Siguiendo su sugestión, en esta sección pasaré revista muy brevemente a la transformación de los órdenes epistémicos desde la Edad Media hasta la actualidad.

La cultura oral quirográfica de la Edad Media fue ordenada por las reglas epistémicas de la anagogía. Los medios de comunicación no dictan el orden epistémico, aunque necesariamente delimitan la posibilidad del último. La anagogía medieval presuponía el ser absoluto de Dios, mientras todo lo demás, incluso sujeto cognoscente y conocimiento, dependían de él. En lugar de un conocimiento inmanente la ascendía de ser a devenir. Un ser trascendente creaba y sostenía el devenir inmanente. Por tanto, sólo podíamos conocer por referencia a Dios. Y este conocimiento era un asentimiento intelectual basado en la fe. El intelecto medieval percibía el mundo como una manifestación de señales. Pero, por sí mismo, el intelecto no podía descubrir una conexión inherente entre signos heteróclitos. En cambio, desde el punto de vista de un intelecto basado en la fe, todas las señales indicaban el Gran Designio de Dios y derivaban en consecuencia su significado. Por tanto, la anagogía era aquel conjunto de reglas epistémicas que ordenaban el conocimiento intelectual del devenir en función de una fe en el ser absoluto de Dios., Conociendo lo inmanente desde el punto de vista de lo trascendente, el intelecto medieval se deleitaba en el juego de señales como figura, metáfora, anagogía, símbolo y visión.

El orden epistémico del Renacimiento, como lo analizó Foucault, estaba fundado en las reglas de similitud o semejanza. En lugar de la subordinación anagógica medieval del devenir inmanente al ser trascendente, que no enfocaba el mundo como un todo autocontenido, la similitud renacentista propuso un mundo de orden convergente y centrípeta. El orden del macrocosmos se asemejaba al del microcosmos; el del universo correspondía al del ser humano. Las cuatro figuras de semejanza principalmente empleadas en el Renacimiento eran convenientia (una semejanza basada en una escala graduada proximidad espacial); aemulatio(una especie de convenientia sin limitación espacial y por ello capaz de conectarse desde ciertas distancias sin movimiento real); analogía (reforzada ahora por la convenientia y la aemulatio, de modo que era posible unir todo el universo con el microcosmos humano en el centro); y simpatía (que excitaba las cosas al movimiento y unía hasta las más distantes). Así caracterizó Foucault el orden epistémico del Renacimiento: "Buscar un significado es sacar a luz una semejanza. Buscar la ley que gobierna los signos es descubrir cosas que son similares... La naturaleza de las cosas, su coexistencia, la forma en que están unidas y se comunican no es otra cosa que su semejanza" .

En los siglos XVII y XVIII continuó Foucault, el orden de similitud fue desplazado por otro de representación en el espacio. “El mundo circular de signos convergentes es remplazado por una progresión infinita”. En lugar del cosmos centrípeto del Renacimiento la ciencia moderna abrió un espacio empírico de extensión infinita. Y el conocimiento dentro de esta vasta expansión espacial no fue una simi¬litud de los signos sino una representación basada en la comparación de identidad, y diferencia así como en la medición de las nuevas matemáticas. La nueva razón analítica de comparación y medición destruyó el mundo jerárquico renacentista de semejanza y correspondencia. Aspiró a conocer global y científicamente, pues era posible comparar y medir con certidumbre todos los fenómenos. Sin embargo aún no era un mundo en que la experiencia del tiempo fuese una conciencia sui generis. Los siglos XVII y XVIII (al menos hasta la revolución industrial del último tercio del siglo XVIII) concibieron el tiempo como, simplemente, otra dimensión, idéntica al espacio. Por ello el orden epistémico de representación en el espacio fue, fundamentalmente, no temporal y clasificatorio, es decir, una taxonomía estática. Pero, ¿qué decir del ego, así como del conocimiento de los otros en el pasado? Éstas fueron las dos anomalías del espacio taxonómico de la representación.

El orden epistémico de la sociedad burguesa, desde el último tercio del siglo XVIII hasta el primer decenio del siglo XX, se fundó en las reglas del desarrollo en el tiempo. El tiempo, ya no comparable al espacio desde las revoluciones económicas y políticas de finales del siglo XVIII fue experimentado como una dimensión nueva, cualitativamente distinta. Lo que la razón espacial no podía abarcar dentro de una expansión, sí podía incorporarlo el tiempo, esa dimensión hasta entonces no realizada. La lógica de identidad y diferencia fue subrayada por otra de analogía y sucesión. El desarrollo en el tiempo habría de colmar las lagunas recién descubiertas entre los diversos y dispares órdenes taxonómicos de representación en el espacio. Con el tiempo un orden en el espacio podría conectarse con otro orden en otro espacio. Y sin embargo el desarrollo era una nueva conexión que planteaba la dinámica (en oposición a la estática), la transformación (en oposición al cambio específico no relacionado), la estructura (en oposición a la taxonomía) y la totalidad (como un todo espacio temporal). Todas y cada una de las cosas en la sociedad burguesa habían de ser comprendidas y explicadas como un orden de desarrollo en el tiempo. Y ese desarrollo era necesariamente dinámico, transformativo, estructural y complejo. El nuevo orden espacio temporal definía, además de validar, los nuevos conocimientos de historia, sociedad, lenguaje, filosofía y hasta la psique humana.

Sin embargo, en el siglo XX, la sobreposición de la cultura electrónica a la cultura tipográfica, con la consiguiente extrapolación de vista y sonido, ha socavado la creencia en que la razón analítica podía desarrollar conexiones dentro del espacio y el tiempo objetivos. En cambio, espacio y tiempo ya no son el marco absoluto de la percepción, sino que ellos mismos se han convertido en simples funciones dentro de un sistema. En lugar del desarrollo en el tiempo, el nuevo orden epistémico se funda en el sistema sincrónico de oposiciones binarias y de diferencias sin identidad. El nuevo orden, ya no espacial ni temporal sino sistemático y sincrónico, ha prescindido del problema de la relación entre un concepto (el significado) y el objeto intentado, así como de la explicación del cambio a través del tiempo. El conocimiento se reduce así al sistema sincrónico de la langue (en oposición al habla), que está compuesto de unidades que sólo poseen valores diferenciales en su relación mutua. Como lo indicó Saussure en suCurso de lingüística general (1915), el signo se compone del significado y el significante, y la relación entre ambos es puramente arbitraria. Tal fue la fundación epistémica del estructuralismo y la semiología, nuevas disciplinas que han revelado el vacío y la determinación que rodeaban al antiguo orden del desarrollo en el tiempo. Y sin embargo, el nuevo orden sincrónico de oposiciones binarias y de diferencias sin identidad es, en sí mismo, una positividad constreñida.

EL CAMPO DE LA PERCEPCIÓN

El sujeto, desde una ubicación encarnada aquí y ahora, enfoca el mundo como campo horizontal. Y aspectos de tal mundo se abren, como si estuviesen allí y entonces. La dimensión espacial entre aquí y allí, la dimensión temporal entre ahora y entonces son las coordenadas perceptuales que definen el marco de vida para el sujeto. Es un campo horizontal, porque el sujeto lo enfoca perspectivamente, desde lo íntimo y familiar hasta lo distante y tipificado, con la intención de vivir.

Este campo horizontal está constituido por el perceptor, el acto de percibir, y el contenido de lo percibido. En cada periodo la cultura de los medios de comunicación forja el acto de percibir; el sujeto queda delimitado por una diferente organización jerárquica de los sentidos, y el contenido de lo percibido lo ofrece un conjunto distinto de reglas epistémicas. Por consiguiente, el campo perceptual constituido por ellos es una formación histórica, que difiere de un periodo al siguiente.

El campo de la percepción en la Edad Media estaba constituido por una cultura oral quirográfica, una jerarquía de los sentidos que daba preferencia al oído y al tacto, y al orden epistémico de la analogía. Perceptualmente, el mundo medieval no era centrado  en sí mismo sino ilimitado. Y la vida transcurría bajo la égida de las fuerzas ilimitadas del más allá. De aquí la  interpenetración de la trascendencia y la inmanencia, la heterogeneidad del espacio y del tiempo. La realidad dentro de tal campo era más intensa y fluida, menos exacta y discriminadora que la nuestra. Por ejemplo, Emmanuel Le Roy Ladurie, en su estudio de la vida de una aldea en Montaillou a finales de la Edad Media, mostró que, más allá de la experiencia específica y personal, los conceptos de espacio y tiempo eran muy vagos e inexactos entre sus habitantes . En tanto que D.W. Robertson (jr.), ha indicado que los hombres medievales pensaban, unos de otros... no como personalidades con profundos afanes y tensiones internas, sino como personajes morales cuyas virtudes y vicios eran evidentes en su habla y sus acciones .

El campo perceptual del Renacimiento fue reconstituido por una cultura de medios de comunicación en transición, de la quirografía a la tipografia, aunque con la persistencia de una oralidad subyacente al nivel popular; por un cambio gradual en la jerarquía de los sentidos, de la preferencia por el oído y el tacto a la supremacía de la vista; así como por el orden epistémico de la similitud. En contraste con el cristianismo medieval, el cosmos renacentista fue mucho más centrípeto y preocupado por lo inmanente. Surgió un mundo autocontenido de presagios y señales que debían ser interpretados por el orden de similitud y correspondencia que une la divinidad con la naturaleza, la esfera y el centro, el universo y el espíritu, los cuerpos celestes y el rostro humano. La perspectiva pictórica, desde Brunelleschi y Alberti, con su hincapié en la distancia dinámica entre el contemplador y lo contemplado , así como la historiografia humanista, desde Leonardo Bruni, con su sentido de la distancia dinámica entre el historia¬dor y el hecho histórico , atestiguaron la nueva reflexividad de espacio y el tiempo en este campo perceptual. Todos los elementos del cosmos formaban un todo coherente; cada uno podía ser el punto de partida que condujera al todo; pero el microcosmos humano era el eslabón crucial, que abarcaba el macrocosmos desde dentro. Sin embargo, ya en el siglo XVI, con el creciente cambio hacia la tipografía y la visualidad, el ser humano se volvió más altivo y consciente en el mundo, interesado en la “propiedad corpórea externa”: cómo el hombre debía presentarse y ser visto por los demás.

En la sociedad estamental de los siglos XVII y XVIII (es decir, hasta la revolución industrial en la Gran Bretaña y la revolución francesa de 1789), un nuevo campo perceptual, constituido por la cultura tipográfica, la supremacía de la vista y el orden de la representación en el espacio vino a sobreponerse a los anteriores. El mundo, que dejó de ser un cosmos concéntrico, se convirtió en extensión espacial; y la naturaleza ya no fue animada, convirtiéndose en cambio en una máquina cuyo funcionamiento regular podía ser descubierto por la nueva razón. Como tan bien lo definió Alexandre Koyré, con la destrucción del cosmos y la geometrización del espacio el mundo cerrado de Hermes Trismegisto fue desplazado por el universo infinito de Galileo y de Newton. Conocer ya no fue una intimación del mundo basada en la similitud, sino un sistema autocontenido y universal de signos, cuya función era representar formas, magnitudes, cantidades y relaciones de objetos en un espacio homogéneo y destemporalizado descubierto por las ciencias mecánicas. La representación en el espacio era un sistema de un solo nivel, de identidades y diferencias, que no podía abarcar la conexión reflexiva entre el ser y el mundo. ¡Y la perspectiva subyacente en este orden subjetivo era arquimédica, es decir, una perspectiva que afirmaba no tener perspectiva! Desde un punto de vista cero, hipotéticamente fuera del tiempo y del espacio, la perspectiva arquimédica podía convertir entonces las conexiones del mundo en cantidades y extensiones . El campo perceptual así constituido era fundamentalmente no reflexivo, visual y cuantitativo.

El campo de la percepción en la sociedad burguesa, desde el último tercio del siglo XVIII hasta el primer decenio del siglo XX, estuvo constituido por una cultura tipográfica que fue complementada por la revolución fotográfica y, debido a ello, por una visualidad extendida, así como por el orden epistémico del desarrollo en el tiempo. El campo de la percepción  que ya no era una extensión espacial , abierto por la dinámica de la sociedad burguesa, tenía nuevas profundidades que sólo la temporalidad podía conectar. Por ello el conocimiento taxonómico del periodo anterior fue desplazado por un conocimiento distinto del proceso dinámico. «Desarrollo» fue una palabra nueva, indicadora de una nueva conciencia del tiempo como proceso. Por ejemplo, Foucault mostró que las nuevas "filología, biología y economía política se establecieron no en los lugares antes ocupados por la gramática general, la historia natural y el análisis de la riqueza, sino en un área en que aquellas formas de conocimiento no existían . Y dentro del campo dinámico el sujeto empezó a captar una nueva profundidad, una nueva reflexividad. La "personalidad», a comienzos de este periodo, adquirió su significado moderno, es decir, una persona individual . Y al término de este periodo Freud propuso el subconsciente como causalidad de esta nueva personalidad.

Por último, el naciente campo perceptual de nuestro siglo, me aventuraré a decir, está constituido por la cultura electrónica, la extrapolación de vista y sonido, y la sistematización sincrónica de oposiciones binarias y de diferencias sin identidad. En contraste con la realidad objetiva de la sociedad burguesa que fue definida desde una sola perspectiva, la surrealidad dentro del nuevo campo perceptual es multiperspectiva y ambiental. La desorientación ocurre cuando tratamos de juzgar lo nuevo por el estándar objetivo y uniperspectivo de lo antiguo. Es mi argumento que la revolución perceptual de 1905-1915 destruyó el marco del espacio y el tiempo objetivos. Dentro del nuevo campo el ideal de una personalidad individual así como la causalidad freudiana del subconsciente ya no es viable, pues la persona contemporánea tiene mucho menos de personalidad integrada, mucho menos de interior. Aunque sólo fuera por ello, el futuro es distinto del pasado, y hasta del pasado inmediato. Tampoco se le puede proyectar dentro de una serie de tiempo.

                                             ESQUEMA DE LA PERCEPCION

MEDIOS DE                               JERARQUIA                             ORDEN                                             COMUNICACIÓN                     DE LOS SENTIDOS            EPISTEMICO
                                                                  
La Edad Media
Quirografla sobre                         Oído / tacto                                        Anagogía
oralidad

El Renacimiento                            Del oído y el                                    Similitud / corres-
De la quirografía                             tacto a la                                            pondencia
 a la tipografía                                 supremacía
                                                        de la vista
Sociedad estamental
Tipografía sobre quiro-                   Vista sobre                                       Representación
grafía y oralidad                              oído / tacto                                       en el espacio

Sociedad burguesa
Tipografía complemen-                   Extensión de                                     Desarrollo en
 tada por la fotografía                      la vista                                              el tiempo

Siglo XX
Electrónica sobre                            Extrapolación                                   Sistema
tipografía                                       de vista / sonido                                 sincrónico



Son necesarias dos condiciones adicionales a lo que he estado analizando en este capítulo, con respecto a la historia de la percepción. En primer lugar, los sucesivos campos perceptuales no sólo se desplazan unos a otros. Antes bien, uno nuevo se sobreimpone al anterior, de modo que dentro de un periodo encontramos sedimentación de campos perceptuales; pero el campo dominante ejerce una hegemonía gramsciana sobre los anteriores. En segundo lugar, el campo de percepción determina el contenido del conocimiento. Pero ese campo es, a su vez, determinado por la sociedad como totalidad, pues el conocimiento dentro de la totalidad es mucho más que una simple ideología o superestructura. Es la conciencia intencional dentro de un campo perceptual. Pero los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico que constituyen tal campo están determinados por la estructura de la totalidad. El concepto dialéctico de determinación dentro de totalidad es mucho más complejo y realista que el concepto lineal, positivista, de causa y efecto. Con estas dos condiciones, pasemos a la historia de la percepción burguesa.