martes, 16 de agosto de 2016

Braunstein . Introducción

INTRODUCCIÓN:  EL MALESTAR EN LA CULTUR A TECNOLÓGICA
 
Siempre hemos creído y repetido que Freud desestimaba sistemáticamente e los caminos propuestos para superar el malestar en la cultura: " La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla no podemos s prescindir de calmantes". Una vez asentada esta difícil conclusión (que era, e n verdad, el punto o de partida ) se dedicaba a discutir los inconvenientes de cada una de las soluciones propuestas a esos impases: n o le parecían aceptables el delira o colectivo que es la religión, el delirio singular de la locura , e l amo r al prójimo, el amo r sensual, el amo r con metas (sexuales) inhibidas , la satisfacción atenuada que procura n la sublimación artística y el trabajo psíquico o espiritual "que n o conmueve - v en nuestra corporalidad" y sólo son asequibles par a pocos seres huma - nos, el repliegue esteticista sobre la belleza, las intoxicación con n drogas ,embriagantes que acaban por  ser "peligrosas y dañinas", la soledad y el extrañamiento del mundo , el aislamiento par a "cultiva r el propi o jardín", las tentativas orientales de controla r el deseo y domeña r las aspiraciones pulsionales con n técnicas como el yoga, la búsqueda de satisfacciones perversas incondicionadas y sordas a los reclamos de la civilización, el intento o de superar la aversión natura l de los hombre s al trabajo así como o la búsqueda mística de fusiones oceánicas . El funda - d o r del psicoanálisis era escéptico con n relación a todas estas estrategias de atempera r el malestar de los humano s en el mundo o y la meta por r todos anhelada de "alcanzar la felicidad y mantenerla". Si el programa a d e l principio o del placer es el que fija su fin a la vida, forzoso era par a Freud d reconoce r que su cumplimiento o "es absolutamente e irrealizable y que las disposiciones del Todo o —si n excepción — lo contrarían; se diría que el propósito de que el hombre e sea 'dichoso' n o está contenido en el plan n de la Creación". Sin embargo, pocos ha n observado q que la condena a que parece recaer sobre la extensa lista de caminos a la felicidad deja u n cierto resquicio intocado aunque, en cierto modo, susceptible también de serias reservas. 8

Cabe recordar r sus palabras:' Hay por cierto otro camino, un camino mejor, como miembro de la comunidad, y con ayuda de la técnica guiada por la ciencia, pasar a la ofensiva contra la naturaleza y someterla a la voluntad del hombre. Entonces se trabaja con todos para la dicha de todos (p. 77) [cursivas mías]. Es cierto o que después  dé ése elogio al cariño preferible e seguían ciertas reservas a las que aludía como o "u n factor de desengaño " e indicaba a que e Se han hecho extraordinarios progresos en las ciencias naturales y su aplicación técnica consolidando el gobierno sobre la naturaleza en una medida antes inimaginable. Los detalles son notorios; huelga pasarles revista. Los hombres están orgullosos de estos logros y tienen derecho a ello. Pero [sin embargo parece] que el poder sobre la naturaleza no es la única condición de la felicidad humana, como tampoco es la única meta de los afanes de la cultura (p. 86). Pese a su "huelga a pasarles revista" de algún modo  se complacía Freud en hacerlo  y nombrar a la telefonía , la telegrafía, el aumento de la memoria a por  el gramófono , los avances de la arquitectura  en la producción  de casas cada día más confortables como  sustitutos del seno materno , el avance en el dominio  sobre las enfermedades  y la mortalidad infantil , la antisepsia y una "larga serie de tales beneficios que debemos  a la tan vilipendiad a época a del progreso técnico o y científico". Nuevamente , llegado a ese punto , "se hace oír la voz de la crítica pesimista": mucho s de los ¿males a los que las tecnociencias ponen coto son males atribuible s a la técnica a misma ; por ejemplo : "¿De qué nos sirve haber  limitad o la mortalidad d infantil , si justamente - te eso nos obliga a  la máxima reserva e n la concepción n de hijos.. . y nos impone e penosas condiciones en nuestra  vida sexual dentro  del matrimonio o y probablemente contrarreste a la beneficiosa selección natural? " (p . 87). Proseguí a mostrando  la sucesión de las hazañas del hombre  empezando  por  la mítica  conquista  del fuego o hasta llegar a la idea de que todas estas herramientas son perfeccionamientos de los órganos corporales, tanto los motrices s como  los sensoriales (S. Freud, El malestar en la cultura, en O.C, vol. xxi, Buenos aires, Amorrortu, 1976.)  9 y hace, a partir de ello, un "elogio del hombre " en el que resuenan los ecos del coro  de Antígona. Señal a el avance desde los ideales de cultura  representados por  los dioses hasta "la situación actual donde  el hombre  se ha convertido en una suerte de dios-prótesis... verdaderamente  grandioso  cuando se coloca todos sus órganos auxiliares.. .  que en ocasiones le dan todavía mucho  trabajo " (p. 90). No se le escapaba el carácter  transitorio  de sus reservas: Es cierto que tiene derecho a consolarse pensando que ese desarrollo no ha concluido en el año 1930 d.G. Épocas hituras traerán consigo nuevos progresos, acaso de magnitud inimaginable en este ámbito de la cultura, y no harán sino aumentar la semejanza con u n dios. Ahora  bien, en interés de nuestra indagación no debemos olvidar que el ser humano de nuestros días no se siente feliz en su semejanza con un dios" (p. 91). Lo que vino  después  sobrepasó las expectativas de las imaginaciones más  desbocadas tanto en el avance de la técnica  guiada por  la ciencia como  en los peligros inherentes  a ese avance y el malestar e n la cultura  del sujeto sumergido e n lo actual: un sistema de capitalismo global sin alternativas a la vista. N o pudo  Freud  imaginar la violencia  incomparable  de la segunda gran  guerra , el genocidio  planificado científicamente , la aparición de armas devastadoras, la contaminación de las aguas y del aire, las nuevas enfermedades  provocadas ora a p o r la escasez, ora  por  la abundancia , la amenaza de extinción  de recursos naturales  y especies animales  y vegetales, la contracepción  con e l aumento de la posibilidad de una vida sexual no regulada ni por la esperanza ni por el temor a la reproducción , la explosión demográfica, el riesgo aterrador que implica cualquier "ingeniería genética " que corrija el genoma humano , el aumento bruta l en la desigualdad de la distribución de la riqueza, el desarrollo de un a memoria universal y universalmente asequible que podría acabar en un monopolio corporativo de la información, el alcance mundial de medio s de difusión de masas que tiende n a uniformar la atención y la conciencia , la invención de sustancias química s que pueden actua r como fármacos , es decir, como medicina s y como venenos , por lo cual tenemos tantos motivo s para felicitarnos como par a deplora r el avance de la química , el rechazo de l pensamiento filosófico en nombre del cálculo informático con desdén de todo lo que n o es "dato " capaz de alimenta r  a las omnipresente s y omnisciente s computadoras , e l olvido de la dimensión metafórica del lenguaje en beneficio de la pura denotación (neolengua orwelliana), la manipulación de las mayorías e n nombre de la democracia en pantalla y como pantalla de la dominación , el aumento de la discriminación como protección de las "sociedades avanzadas", las nuevas forma s —muchas veces degradadas— del arte, la exposición al peligro de la energía nuclear incluso cuando sus usos son "pacíficos". E n síntesis, que e l sistema de producción no es compatible co n el principio del placer sino con e l goce en sus forma s m á s devastadoras que se sostienen en e l reforzamiento tiránico del superyó. El desarrollo técnico llega ahora a eso que , según podremos constatar, es un discurso contrario al psicoanálisis y a la lucidez freudiana , un discurso PST , "peste" o "post", vislumbrado por Lacan. L o relacionamos con e l pasaje de las sociedades disciplinarias de Foucault a las sociedades de control organizadas por los recursos tecnológicos que supo denunciar Deleuze y que hace necesario, hoy más que nunca , un "retorno a Freud", es decir, a la escucha de esa voz que resiste al amo , la d el inconsciente . El discurso del psicoanalista h a sido y sigue siendo "e l revés del discurso del amo". El amo cambia de rostro, de nombr e y de herramienta s al tiempo que multiplica sus prótesis. E l inconsciente no , pues su esencia es la resistencia y la búsqueda de caminos para superar la censura. Es así que "el inconsciente es la política" ("L'inconscient c'est l a politique"; Lacan, 10 de mayo de 1967) y por ello, po r "e l malestar e n l a cultura", po r el goce que se infiltra y obtura los caminos de l deseo y al deseo mismo , es que el síntoma tiene siempre u n alcance político, "biopolítíco" diríamos aludiendo a Foucault, ese pensador que di o en el clavo sin decidirse a llamar al clavo por su nombre : "goce", al q ue confundí a pensando que se trataba de l "uso de los placeres". A estas alturas del siglo xx i Freud podrí a comprobar que el "mejor " camino que él vislumbraba para e l hombre está tan erizado de peligros como e l "peor" que hubiera podido imaginar y que , sin embargo , el movimient o de l avance técnico es avasallador e imposible de detener y mucho menos sería posible volver atrás e n la historia hacia u n pasado que por mil motivo s debí a desvanecerse. ¿Qué queda entonces? Oír al inconsciente , es decir, da r paso al discurso de su sujeto. L a palabra e n libertad y éxtraña al cálculo, surgida de y en la transferencia , la palabra que redim e y que pued e crecer e n medio del peligro mortal que le acecha e n nuestros tiempos. L a palabra poética en la que ponía Hólderlin sus esperanzas. Para estar en condicione s de escuchar esa voz amordazada , se impone , como quería Derrida para sí mismo , ser "totalmente historizante", no olvidar nunc a "la procedencia histórica de todos los conceptos que utilizamos así como de nuestros gestos". Es por eso que conviene repetir: "Mejo r pues que renuncie quien n o pueda unir su horizonte a la subjetividad de su época". Todo el mundo se complace en citar y recitar esta frase de Lacan de 1953. Pero ¿sabemos cuál es esa subjetividad, particularmente e n nuestra época pues n o podríamos "renunciar" a ninguna otra? ¿Es "una " esa subjetividad? ¿Tiene "la época " un a subjetividad? ¿Qué clase de sujeto (gramatical) es "la época " para tener ese atributo —supuestamente filosófico, ya que n o podrí a ser psicológico y mucho menos cultural — de la "subjetividad"? ¿Cómo uni r nuestro horizonte a una subjetividad epocal? ¿Hay una subjetividad diferente e n cada época y por lo tanto cabría concebir a la subjetividad como un producto histórico? ¿A qué tendríamos que renunciar, al psicoanálisis? Así lo sugiere la intimación retórica de la pregunta que sigue: "¿Cómo podrí a hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico? " Estamos lanzados con "esas vidas" —¿las de quiénes? — e n u n movimiento que nos retiné aunque , a la vez, y desde el párrafo anterior de l mismo artículo, se nos impone atravesar "una larga ascesis subjetiva que nunca sea interrumpida " para llegar a ser el eje de todas esas vidas. Desde 2004 (cursos publicados e n Internet) veng o insistiendo e n que hay una inquietante analogía entre e l nuevo "discurso de los mercados " que se expresa en las "sociedades de control " y el discurso del psicoanálisis pues en ambos el lugar de agent e es ocupad o po r el semblante del objeto @. E n e l primer caso son los "servomecanismos", estos inquietante s objetos siempre en vías de ser obsoletos q ue se vende n a los habitantes de l mundo que quiere n estar al día, chirimbolos a los que Lacan llamó lathouses. En e l segundo caso el agente es esa forma de semblante del objeto que encarna e l psicoanalista cuando se dirige al sryeto atarantado por esos mismos aparatos . A lo largo de mi s cursos de 2004 a 2006 aborde esa analogía , expuse las diferencias entr e ambos y mostré que , compartiend o una fórmula estructural, eran entre sí excluyentes . Observé y publiqué en distintas oportunidades la sucesión de tres forma s históricas del discurso de la m o (clásico, capitalista y "de los mercados")*'^ y como correspondían a las sociedades de soberanía , disciplinaria s y de l control . Sin abandona r el tema , los años 2007 a 2009 estuvieron dedicados a estudia r e l tema de la memoria e n psicoanálisis y abundaron las referencias a las nuevas forma s de almacena r la memoria mediante servomecanismos cibernéticos y e l intento de excluir la concepción freudiana del tema cuya piedra basal es e l concepto de represión. De allí salieron dos libros que fuero n publicado s primer o éri español y luego traducidos ál francés y al inglés y u n tercero que esperaré el momento de su aparición. E n 2010 y 2011 volví al tema de los "servomecanismos", encontré una convergencia pero también un a confusión con el concepto de "dispositivo " y pude pone r en contacto estos conceptos co n el Gestell (dispositivo) de Heidegger, con los "aparatos ideológicos " de Althusser y con los cuatro discursos proclamados po r Lacan a los que agregó, de repente y en algún momento , el inesperado "discurso de l capitalista". De este recorrid o puede seguirse la trayectoria e n las actas de las clases que se dictaron e n la UNAM y se transcribieron en . El más reciente semestre de los cursos e n la Facultad de Filosofía y Letras (primer o del añ o 2011) tuvo como tema "L a técnica , el inconsciente y el tiempo". E n él, con la ayuda invalorable de un público atento , crítico y entregado a apasionantes discusiones, pude da r un a forma provisionalmente definitiva a estos años de reflexión en la que tantos colegas, amigos y compañeros intervinieron y ayudaron , e n la que tantos autores fuero n revisados y citados , e n la que tantos obstáculos hubo que remover par a sostener la marcha de l motor de estas elaboraciones : el discurso de l psicoanálisis. De entre cientos de personas que participaron en esta obra que no es persona l sino efecto de una colectividad de estudiosos, todos los cuales saben de mi agradecimiento , hay u n nombre que quiero destacar y al que quiero dedicar estas páginas: Víctor Castro Santillan , abatido por la barbarie , ejempl o supremo y sublime del estudiante mexicano . Cuernavaca y México, D, F., junio de 2011 ^ "Los mercados", en plural, pues existen el mercado de la producción y el consumo de mercancías, el financiero, el del trabajo y el de las conciencias y la memoria. Sería más fácil, aunque menos exacto, decir "discurso del mercado". 

2 comentarios:

  1. Saludos!

    Quería compartir un documental en el cual no pude dejar de pensar durante la clase pasada cuando se hablaba de la posibilidad/imposibilidad de vivir por fuera del sistema capitalista:

    The Garbage Warrior
    https://www.youtube.com/watch?v=RvUR4PvnDpA

    Me parece que el de Michael Reynolds es un caso interesante.

    Camila.

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  2. lo comentaremos en clase...
    gracias!

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