EL INCONCIENTE, LA TÉCNICA Y EL
DISCURSO CAPITALISTA
Néstor A.
Braunstein
INTRODUCCIÓN
EL MALESTAR EN LA
CULTURA TECNOLÓGICA
Siempre hemos creído y repetido que Freud desestimaba
sistemáticamente los caminos propuestos para superar el malestar e n la
cultura : " L a vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae
hartos dolores, desengaños , tareas insolubles . Para soportarla n o podemos prescindir de calmantes". Una vez asentada esta difícil conclusión (que
era, en verdad, el punto de partida ) se dedicaba a discutir los inconvenientes
de cada un a de las soluciones propuestas a esos impases: no le parecían
aceptables el delirio colectivo que es la religión, e l delirio singular de la
locura , e l amo r al prójimo, el amo r sensual, el amor con metas (sexuales)
inhibidas , la satisfacción atenuada que procura n la sublimación artística y
el trabajo psíquico o espiritual "que no conmueven nuestra
corporalidad" y sólo son asequibles par a pocos seres huma - nos, el
repliegue esteticista sobre la belleza, las intoxicación con drogas
,embriagantes que acaban po r ser "peligrosas y dañinas", la soledad
y el extrañamiento de l mundo , el aislamiento par a "cultivar el propio
jardín", las tentativas orientales de controla r el deseo y domeñar las
aspiraciones pulsionales con técnicas como el yoga, la búsqueda de
satisfacciones perversas incóndicionadas y sordas a los reclamos de la
civilización, el intent o de superar la aversión natura l de los hombre s al
trabajo así com o la búsqueda mística de fusiones oceánicas . El funda - d o r
de l psicoanálisis era escéptico co n relación a todas estas estrategias de
atempera r el malestar de los humanos en el mundo y la meta por todos
anhelada de "alcanzar la felicidad y mantenerla". Si el programa del principio de l placer es el que fija su fin a la vida, forzoso era par a Freud reconoce r que su cumplimiento "es absolutamente irrealizable y que
las disposiciones del Todo —sin excepción — lo contrarían; se diría que el
propósito de que el hombre sea 'dichoso' no está contenid o en el pla n de
la Creación". Sin embargo , pocos han observado que la condena que
parece recaer sobre la extensa lista de caminos a la felicidad deja u n cierto
resquicio intocado aunque, en cierto modo , susceptible también de serias
reservas.
Cabe recordar sus palabras:' Hay por cierto otro camino, un
camino mejor, como miembro de la comunidad, y con ayuda de la técnica guiada
por la ciencia, pasar a la ofensiva contra la naturaleza y someterla a la
voluntad del hombre. Entonces se trabaja con todos para la dicha de todos (p.
77) [cursivas mías]. Es cierto que después dé ése elogio a l cálculo
preferible seguían ciertas reservas a las que aludía com o "u n factor de
desengaño " e indicaba que se han hecho extraordinarios progresos en las
ciencias naturales y su aplicación técnica consolidando el gobierno sobre la
naturaleza en una medida antes inimaginable. Los detalles son notorios; huelga
pasarles revista. Los hombres están orgullosos de estos logros y tienen derecho
a ello. Pero [sin embargo parece] que el poder sobre la naturaleza no es la
única condición de la felicidad humana, como tampoco es la única meta de los
afanes de la cultura (p. 86). Pese a su "huelga pasarles revista" de
algún mod o se complacía Freud en hacerlo y nombra r a la telefonía , la
telegrafía, el aumento de la memoria po r e l gramófono , los avances de la
arquitectura en la producción de casas cada día más confortables como sustitutos
del seno materno , el avance en el dominio sobre las enfermedade s y la
mortalidad infantil , la antisepsia y un a "larga serie de tales
beneficios que debemo s a la tan vilipendiad a época del progreso técnic o y
científico". Nuevamente , llegado a ese punto , "se hace oír la voz
de la crítica pesimista": mucho s de los males a los que las tecnociencias
pone n coto son males atribuible s a la técnica misma ; por ejemplo :
"¿De qué nos sirve haber limitado la mortalidad infantil , si justamente
eso nos obliga a la máxima reserva e n la concepció n de hijos.. . y nos impon
e penosas condicione s e n nuestr a vida sexual dentro de l matrimoni o y
probablemente contrarresta la beneficiosa selección natural? " (p . 87).
Proseguí a mostrando la sucesión de las hazañas del hombre empezando por la
mítica conquist a de l fuego hasta llegar a la idea de que todas estas
herramientas son perfeccionamiento s de los órgano s corporales , tanto los
motrices com o los sensoriales y hace, a partir de ello , u n "elogi o del hombre " e n e l que resuenan los ecos de l coro de Antígona. Señal a e
l avance desde los ideales de cultur a representados po r los dioses hasta
"la situación actual dond e el hombr e se ha convertido en un a suerte de
dios-prótesis... verdaderamente grandioso cuand o se coloca todos sus órgano s
auxiliares.. . que e n ocasiones le da n todavía much o trabajo " (p.
90). N o se le escapaba e l carácte r transitori o de sus reservas: Es cierto
qué tiene derecho a consolarse pensando que ese desarrollo no ha concluido en
el año 1930 d.G. Épocas hituras traerán consigo nuevos progresos, acaso de
magnitud inimaginable, en este ámbito de la cultura, y no harán sino aumentar la
semejanza con u n dios. Ahora bien, en interés de nuestra indagación no debemos
olvidar que el ser humano de nuestros días no se siente feliz en su semejanza
con u n dios" (p. 91). L o que vino despué s sobrepasó las expectativas
de las imaginaciones má s desbocadas tanto en el avance de la técnic a guiada
po r la ciencia como e n los peligros inherente s a ese avance y e l malestar
e n la cultura de l sujeto sumergido e n l o actual: u n sistema de capitalismo
globa l sin alternativas a la vista. N o pudo Freud imagina r la violencia
incomparabl e de la segunda gra n guerra , e l genocidio planificad o
científicamente , la aparición de armas devastadoras, la contamina - ción de
las aguas y de l aire, las nuevas enfermedade s provocadas p o r la
escasez, po r la abundancia , la amenaz a de extinció n de recursos
naturale s y especies animale s y vegetales, la contracepción con e l aument o
de la posibilidad de una vida sexual n o regulada n i po r la esperanza n i po
r el temor á la reproducción , l a explosión demográfica, el riesgo aterrado r
que implic a cualquier "ingenierí a genética " q ue corrija e l genom
a humano , el aumento brutal e n la desigualdad de la distribución de la
riqueza, el desarrollo de un a memoria universal y universalmente asequible
que podría acabar e n u n monopoli o corporativ o de la información, el alcance
mundial de medio s de difusión de masas que tiende n a uniformar la atenció n
y la conciencia , la invención de sustancias química s que pueden actuar como fármacos , es decir, como medicinas y como venenos , po r l o cua l
tenemos tantos motivo s par a felicitarnos com o par a deplora r e l avance de
la química , el rechazo de l pensamient o filosófico en nombre del cálculo
informático con desdén de tod o lo que n o es "dato " capaz de
alimentar a las omnipresente s y
omnisciente s computadoras , el olvido de la dimensión metafóric a de l
lenguaje en beneficio de la pura denotación (neolengua orwelliana), la
manipulación de las mayorías e n nombr e de la democracia e n pantalla y como pantalla de la dominación , el aument o de la discriminación com o protecció
n de las "sociedades avanzadas", las nuevas forma s —mucha s veces
degradadas— del arte, la exposición al peligro de la energí a nuclear incluso
cuando sus usos son "pacíficos". E n síntesis, que e l sistema de
producción no es compatible con el principio del placer sino co n e l goce
e n sus forma s más devastadoras que se sostienen en e l reforzamient o
tiránico de l superyó. El desarrollo técnico llega ahora a eso que , según
podremos constatar, es u n discurso contrari o al psicoanálisis y a la lucide
z freudiana , un discurso PST , "peste" o "post",
vislumbrado por Lacan. L o relacionamos co n e l pasaje de las sociedades
disciplinarias de Foucault a las sociedades de control organizadas por los
recursos tecnológicos que supo denunciar Deleuze y que hace necesario, hoy
más que nunca , u n "retorno a Freud", es decir, a la escucha de esa
voz que resiste al amo , la d e l inconsciente . El discurso del psicoanalista
h a sido y sigue siendo "e l revés de l discurso de l amo". El amo
cambia de rostro, de nombre y de herramientas al tiempo que multiplica sus
prótesis. E l inconsciente no , pues su esencia es la resistencia y l a
búsqueda de caminos par a superar l a censura. Es así que "e l
inconsciente es la política" ("L'inconscient c'est l a politique";
Lacan, 10 de mayo de 1967) y por ello, por "el malestar e n la
cultura", por el goce que se infiltra y obtura los caminos de l deseo y
al deseo mismo , es que el síntoma tiene siempre un alcance político,
"biopolítíco" diríamos aludiendo a Foucault, ese pensador que d i o
en el clavo sin decidirse a llama r al clavo po r su nombre : "goce",
al que confundí a pensando que se trataba de l "uso de los
placeres". A estas alturas de l siglo xx i Freud podrí a comprobar que el
"mejor " camino que él vislumbraba par a e l hombr e está tan erizado
de peligros como e l "peor" que hubiera podido imagina r y que ,
sin embargo , el movimient o de l avance técnico es avasallador e imposible de
detener y mucho menos sería posibl e volve r atrás e n la historia hacia u n
pasado que po r mil motivo s debí a desvanecerse. ¿Qué queda entonces? Oír al
inconsciente , es decir, da r paso al discurso de su sujeto. La palabra en
libertad y éxtraña al cálculo, surgida de y e n la transferencia , la palabra
que redime y que pued e crecer e n medio del peligro mortal que le acecha e n
nuestros tiempos. L a palabra poética e n la que ponía Hólderlin sus
esperanzas. Para estar en condicione s de escuchar esa voz amordazada , se impone , com o querí a Derrida par a sí mismo , ser "totalmente
historizante", no olvidar nunca "l a procedenci a histórica de
todos los conceptos que utilizamos así com o de nuestros gestos". Es por
eso que conviene repetir: "Mejo r pues que renuncie qüien no pueda unir su horizonte a la subjetividad de su época". Todo el mundo se complace en citar y recitar esta frase de Lacan de 1953. Pero ¿sabemos cuál es esa
subjetividad, particularmente en nuestra época pues n o podríamos
"renunciar" a ningun a otra? ¿Es "una " esa subjetividad?
¿Tiene "la época " una subjetividad? ¿Qué clase de sujeto (gramatical)
es "la época " para tener ese atributo —supuestamente filosófico,
ya que n o podrí a ser psicológico y mucho menos cultural — de la
"subjetividad"? ¿Cómo unir nuestro horizont e a una subjetividad
epocal? ¿Hay una subjetividad diferente e n cada época y p o r l o tanto
cabría concebir a la subjetividad como u n producto histórico? ¿A qué
tendríamos que renunciar, al psicoanálisis? Así lo sugiere la intimación
retórica de la pregunta que sigue: "¿Cómo podría hacer de su ser el eje
de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza co n
esas vidas en u n movimient o simbólico? " Estamos lanzados co n
"esas vidas" —¿las de quiénes? — e n un movimient o que nos retiné
aunque , a la vez, y desde el párrafo anterio r del mismo artículo, se nos
impon e atravesar "una larga ascesis subjetiva que nunca sea interrumpida
" par a llegar a ser el eje de todas esas vidas. Desde 2004 (cursos
publicados en Internet) veng o insistiendo e n q ue hay una inquietante analogía
entre el nuevo "discurso de los mercados " que se expresa en las
"sociedades de control " y e l discurso de l psicoanálisis pues e n
ambos el lugar de agente es ocupad o por el semblante del objeto @. E n e l
prime r caso son los "servomecanismos", estos inquietante s objetos
siempre en vías de ser obsoletos que se vende n a los habitantes del mundo que
quiere n estar al día, chirimbolo s a los que Lacan llamó lathouses. E n e l
segundo caso el agente es esa forma de semblant e de l objet o que encarna e l
psicoanalista cuando se dirige al sujeto atarantado po r esos mismo s aparatos
. A lo largo de mi s cursos de 2004 a 2006 abordé esa analogía , expus e las diferencias
entr e ambos y mostré que , compartiendo un a fórmula estructural, eran entr e
sí excluyentes . Observé y publiqué e n distintas oportunidade s la sucesión de
tres forma s históricas del discurso del amo (clásico, capitalista y "de
los mercados")*'^ y com o correspondían a las sociedades de soberanía ,
disciplinarias y del control . Sin abandonar el tema , los años 2007 a 2009
estuvieron dedicados a estudia r e l tema de la memoria e n psicoanálisis y
abundaron las referencias a las nuevas forma s de almacenar la memori a
mediante servomecanismos cibernéticos y e l intent o de excluir la concepción
freudian a de l tema cuya piedr a basal es e l concept o de represión. De allí
salieron dos libros que fuero n publicado s primero én español y lueg o
traducidos ál francés y al inglés y u n tercero que espera el momento de su aparición. E n 2010 y 2011
volví al tema de los "servomecanismos", encontré un a convergencia
pero también un a confusión con el concepto de "dispositivo " y pude poner en contacto estos conceptos con el Gestell (dispositivo) de
Heidegger, con los "aparatos ideológicos " de Althusser y con los
cuatro discursos proclamados po r Lacan a los que agregó, de repente y en algún
momento , el inesperado "discurso del capitalista". De este recorrido puede seguirse la trayectoria e n las actas de las clases que se dictaron en
la UNAM y se transcribieron en <\\'ww.nestorbraunstein.com>. E l más reciente semestre de los cursos e n la Facultad de Filosofía y Letras (primero de l
año 2011) tuvo como tema "La técnica , el inconsciente y el
tiempo". E n él, con la ayuda invalorable de u n público atento ,
crítico y entregado a apasionantes discusiones, pude dar una forma
provisionalmente definitiva a estos años de reflexión en la que tantos
colegas, amigos y compañeros intervinieron y ayudaron , e n la que tantos
autores fuero n revisados y citados , e n la que tantos obstáculos hubo que
remover par a sostener la marcha del motor de estas elaboraciones : el
discurso del psicoanálisis. De entre cientos de personas que participaron e n
esta obra que n o es persona l sino efecto de un a colectividad de estudiosos,
todos los cuales saben de mi agradecimiento , hay u n nombre que quiero
destacar y a l que quiero dedica r estas páginas : Víctor Castro Santillan ,
abatido por la barbarie , ejemplo supremo y sublime del estudiante mexicano .
Cuernavaca y Aíéxico, D, F., junio de 2011
1 S. Freud, El malestar en la cultura, en O.C, vo!. xxi,
Buenos aires, Amorrortu, 1976
2 "Los mercados", en plural, pues existen el
mercado de la producción y el consumo de mercancías, el financiero, el del
trabajo y el de las conciencias y la memoria. Sería más fácil, aunque menos
exacto, decir "discurso del mercado