jueves, 24 de abril de 2014

lunes, 21 de abril de 2014

Unidad 3. El problema de la percepción. De la visión a la mirada.


LA MIRADA: ELEMENTOS PARA ANALIZAR

UNA DIMENSIÓN CONSTRUCTIVA



Oscar D. Amaya



Yo creo que uno mira los cuadros con la esperanza de descubrir
un secreto. No un secreto sobre el arte, sino sobre la vida. Y si lo
descubre, seguirá siendo un secreto, porque, después de todo, no se
puede traducir a palabras. Con las palabras lo único que se puede
hacer es trazar, a mano, un tosco mapa para llegar al secreto.
John Berger

Cuando en el alma despierta verdaderamente el sentimiento
de que el lenguaje no es un mero medio de intercambio para
el entendimiento mutuo, sino que es un verdadero mundo
que el espíritu debe poner entre él mismo y los objetos
mediante el trabajo interior de su fuerza, entonces el alma
está en el camino verdadero para, cada vez más, encontrar
y poner algo en él, es decir, en el lenguaje como mundo.
W. von Humboldt

                                                                                                                          Es preciso que nos acostumbremos a pensar que todo lo visible está tallado en lo tangible,

todo ser táctil está

                                                                       prometido en cierto modo a la visibilidad, y que hay, no

                                                                                                                      sólo entre lo tocado y lo tocante, sino también entre lo

                                                                                                         visible que está incrustado él, un encaje, un encabalgamiento

M. Merleau-Ponty



En un intento dirigido a revisar la mirada como una de las escenas de cruce entre psicología y comunicación, comenzaremos planteando que la mirada supone en tanto acto llevado a cabo por el sujeto, una organización del mundo, una forma de estructurar la realidad. “Todas las apariencias están continuamente intercambiándose: visualmente, todo es interdependiente. Mirar es someter el sentido de la vista a esta interdependencia”, afirma Berger. Una forma de aceptar el conjunto de lo real como visible, aceptable e incluso creíble, a sabiendas que no siempre se han dado como ciertos los mismos fenómenos.

            Hoy casi no dudamos de lo que vemos en las pantallas de televisión o de lo que se propone las pantallas de las computadoras, sin embargo, esto supuso en las prácticas culturales una adecuación respecto de nuevas tecnologías que no siempre existieron. Del mismo modo que la aparición del libro implicó una forma de volver creíbles las narraciones que comenzaron a leerse, algo similar ocurrió cuando se desarrollaron las tecnologías de reproducción de los fenómenos visuales. La fotografía digital, por ejemplo, crece con un concepto de la práctica fotográfica que arranca de la primera gran oleada de difusión de la foto, pero que ahora se manifiesta de modo muy distinto. La cotidianeidad que se fotografía ahora no son nuestros familiares en su vida cotidiana, sino otra, desprovista de la solemnidad en la práctica de las artes y de la consideración de lo que se muestra como algo único e irrepetible. 

De todas maneras, el desarrollo tecnológico no modificará el hecho de que el mundo sigue y seguirá siendo un espacio por descubrir y toda ley que se formule respecto de su cognoscibilidad será necesaria y felizmente provisional, ya que como afirma Proust, la supuesta inmovilidad de las cosas que nos rodean, acaso sea una cualidad que nosotros les imponemos, con nuestra certidumbre de que ellas son esas cosas y nada más que esas cosas, con la inmovilidad que toma nuestro pensamiento frente a ellas.

Las tecnologías de la comunicación desde siempre en la cultura han servido como mediaciones, como ortopedias refinadas. Toda tecnología construye nuevos mundos y maneras de vivir, desde la escritura a la imprenta, de la pintura a la fotografía o del cine a la videocámara. Si no estamos ya definitivamente en la posmodernidad no es sólo porque vivimos en un país que se sigue recuperando de la pobreza y la devastación, sino también porque, entre otras cosas, aún persistimos en ilusionarnos en lo que queda del sueño moderno, es decir, en el poder de la tecnología para mejorar la vida, para mejorar el destino, para mostrarnos un “futuro mejor”.

Estas tecnologías contribuyen a crear nuevas realidades que no sólo transmiten mensajes del mundo empírico, sino que diseñan nuevos mundos, o por lo menos nuevas versiones del mundo. El relato de un suceso no es el suceso en sí, y sí mucho más que su mera referencia. En la comunicación social, el impacto de las todavía denominadas nuevas tecnologías resultó no sólo cuantitativo, sino cualitativo, transformando en el escenario social, junto a otros fenómenos, prácticas, discursos y subjetividades.

Pero no debemos desconsiderar el impacto político de estas transformaciones sociales: las ideologías inscriptas en las tecnologías massmediáticas llevan a cabo operaciones de transparencia y comunicabilidad inmediata, total y perfecta, construyendo el relato de un mundo sin secretos en donde lo privado se tornó de consumo público. Esto crea un mandato social: toda interpretación y todo análisis crítico, toda resistencia individual y social, toda sospecha resulta superflua e inútil frente a la plenitud de lo siempre visible como única escena, la hegemónica presencia de lo representable por sobre aquello representado.

Dicho esto último en otras palabras: la creciente disolución de los límites entre la “realidad” y la ficción a través de regímenes de producción de determinadas verdades operativas en términos de lógicas de construcción de otra “realidad”, una de carácter virtual provista de mayor materialidad que la “real”, cuyo efecto no es otro que el de colonizar los imaginarios, buscando la sustitución tanto de las representaciones icónicas tradicionales (pintura, escultura, fotografía) y las producciones ficcionales sociales (ideología, religión, fetichismo de la mercancía) como de las ficciones subjetivas (sueño, fantasía, imaginación). Un ojo tecnológico absoluto y absolutizante.

El mirar y su potencia creadora

Basta poner una barrera
para poder ver lo que hay del otro lado
I. Kant


Pero volvamos a considerar la potencia de la mirada: mirar y mostrar con arte     -es decir, artificiosamente- transforma la mirada y al mismo tiempo la consideración de lo mirado. ¿Qué significan un paquete de cigarrillos o una lata de gaseosa que son desechados y aplastados: el resto de un producto que aún muestra su marca comercial o un elemento del paisaje urbano de entidad semejante a un árbol o un río? ¿Lo que queda en un plato de comida es simplemente un resto de comida o algo que está más acá o más allá de la ingestión? ¿Una zapatilla o una alpargata desparejada y confundida en la tierra siguen siendo un calzado, cuando ya no hay pie para calzar? Estas preguntas pueden interpretarse como artísticas, como filosóficas y aun como políticas, pero vienen siendo formuladas desde lejos. Se podrían formular de otro modo: ¿quiénes son Los Embajadores que pintó Holbein, qué sentido tiene su exposición y el disco que se reproduce en el inferior del cuadro?, ¿existen o existieron los mundos que mostró Miguel Ángel en la capilla Sixtina?, ¿quiénes son Las Meninas de Velásquez, quién es el protagonista de ese cuadro, es el pintor o el espectador que involuntariamente es incorporado a la escena?

Las imágenes en la cultura han sido desde siempre un aparato visual de constitución de la subjetividad colectiva y el imaginario socio-histórico. Suerte de “constructoras” de una memoria social, que intenta atrapar en la mirada un orden de pertenencia y reconocimiento prescripto para los sujetos de una cultura, proceso no exento de tensiones y conflictos entre el poder subversivo de la creación (la expresión de lo inexpresable a través de la mediación de lo sublime estético) y el poder político de control y dominio de los sujetos, que necesita también del arte para producir memoria y así legitimarse. Las imágenes que sostienen esta memoria, constituyen entonces un sistema de representaciones que establece lazos sociales con la subjetividad, tanto en la dimensión conciente como en la inconciente a este orden de pertenencia de carácter institucional e ideológico, porque fija continuidades que emplazan formas identitarias. O como afirma Nietzsche: “tenemos el arte para defendernos de la muerte”.

            Pero es necesario precisar que el orden visible al que estamos acostumbrados no es totalizante, sino plural, lo que implica considerar órdenes coexistentes que se despliegan por doquier: “los cuentos de hadas, de fantasmas y de ogros eran un intento humano de reconciliarse con esta coexistencia. Los cazadores siempre lo tienen en cuenta, y por eso son capaces de leer signos que nosotros no vemos. Los niños lo perciben intuitivamente, porque les gusta esconderse detrás de las cosas, y desde allí descubren los intersticios existentes entre las diferentes gamas de lo visible”, afirma Berger (2004). Podríamos pensar además en médicos, detectives, psicólogos, artistas y otros oficios entrenados en “leer” lo visible, allí donde la mirada inadvertida nada encuentra para interpretar...

¿Dónde reside, entonces, la cuestión? En la singularidad de la mirada humana entre todo el universo de lo existente. Mirar no es únicamente convertir percepciones luminosas en imágenes mentales significativas. El mirar transforma y nos transforma. Lo que vemos nos hace, y lo que vemos nos conduce a hacer. La mirada constituye la subjetividad por ser una escena continua, ya que prosigue incluso en el sueño. Cuando miramos, no sólo buscamos percibir; mirar es construir o por lo menos pretenderlo. El sujeto no es solamente recolector o predador, sino también constructor, y traza su ámbito y dimensión constructiva mediante la mirada. En ella, se encuentran las huellas del observador, hecho que produce una unión entre la experiencia del creador con la experiencia del que mira. El transcurrir y desarrollarse en la transformación del mundo, no es un suceder organizado por alguien, sin embargo, mirar ese suceder no puede no organizarse para la mirada que lo mira y que se ve implicada en él.

El otro y su mirada también nos constituye: cuando somos mirados nos convertimos en objeto para otro, su mirada nos sustrae de nuestra presencia exclusiva ante nosotros mismos: “la verdadera percepción de la alteridad del otro sólo se produce cuando yo soy objeto de su mirada”, afirma Gruner (2001). Se trata de un fenómeno de encuentro/desencuentro donde el otro se torna sujeto para nosotros. Es que cuando vemos a alguien, o incluso cuando miramos algo que nos resulta bello, la primera sensación que generalmente experimentamos es que representa un placer mirar a esa persona o a ese objeto o lugar. ¿Y si acaso el verdadero placer fuera otro, más estremecedor: el placer de ser mirado por esa persona, el placer de “estar presente” haciéndonos sentir junto a ese objeto, dentrode ese lugar? Somos concientes de nosotros mismos porque somos concientes de la existencia de los otros, plantea Vigotsky. Un sujeto es conciente de sí cuando reconoce en sí mismo a otro, y cuando además reconoce que es otro para sí mismo.

           Lo otro que miramos en la escena de mirar, nunca zanja un cierto abismo de incomprensión, puesto que mirar y ser mirados produce en el intento de interpretar lo que sucede, sesgos de ignorancia, intentos por establecer un puente entre ese abismo, que puede en parte zanjarse por la existencia del lenguaje cuando se trata de un semejante, pero que fracasa cuando lo que miramos es el mundo, las formas de vida que están más allá de la reciprocidad lingüística.

         No podemos pensar entonces en la posibilidad de una mirada despojada, exenta de interpretación: toda mirada asume, aún inadvertidamente, una práctica interpretativa y por ende un intento de transformación, ya que toda práctica de interpretación, en la medida en que problematiza la inmediatez de lo aparente, introduce una diferencia en el mundo, lo vuelve parcialmente opaco.


Imágenes, cultura e ideología


No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
de la tierra. No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás.
libro del Exodo, La Biblia


            Las imágenes poseen un efecto no sólo en la subjetividad, sino también por sus connotaciones en la cultura, al punto que es posible analizar la evolución histórico-cultural de las imágenes desde sus manifestaciones más remotas en las paredes de las cuevas en el paleolítico hasta nuestro contemporáneo e inquietante mundo de la realidad virtual.
           
            En otras palabras, la imagen ha sido, históricamente, un aparato visual de constitución de la subjetividad colectiva y el imaginario social-histórico, cumpliendo una función de transmisión ideológica, construcción de una memoria social que buscar cristalizar, a través de la mirada, el orden de pertenencia y reconocimiento prescripto para los sujetos de una cultura.  A través de imágenes singulares y concretas resulta posible instaurar ideas generales dominantes: como hemos afirmado más arriba, los poderes sociales han requerido de un uso social de las imágenes (artísticas, periodísticas, etc.) para producir una memoria y reproducir a través de ella, ciertos valores y desestimar otros.

            Aunque la legitimación del uso social de las imágenes no siempre estuvo aceptada en la cultura occidental. Ya desde el tabú icónico del monoteísmo del pueblo judío enfrentado a la idolatría pagana de las imágenes, podemos encontrar rastros de esta “batalla de las imágenes”. Esta querella se registra en la cultura griega posterior y en los inicios del cristianismo y la edad media, reflejando una cuestión central, que es la del estatuto ontológico de la imagen, que puede ser entendida como

-representación de una ausencia (presencia simbólica o sígnica), o
-presentificación o puesta en escena de una existencia (presencia plena vital y real).

         La guerra icónica ha generado en la cultura dos actitudes opuestas, debido a la frágil frontera entre imagen y realidad, alcanzando grados de confusión notables:

-iconofilia o idolatría y culto de las imágenes
-iconofobia o abstención u odio y agresión hacia las imágenes

ambas dotadas de una creencia en la realidad existencial de las imágenes, fenómeno creciente desde mediados del siglo XX a partir del desarrollo de la “realidad virtual” con su presunto realismo ontológico de las representaciones que trascienden soportes y materiales.


Dos experiencias respecto del mirar

Estos fenómenos son los que se pretenden estudiar a lo largo del tiempo de la modernidad y del tiempo contemporáneo. Para ello, además de la bibliografía de esta unidad, dos propuestas: a) que revean la historia acerca de los estilos artísticos de Occidente y b) que recorran las páginas de algunos libros denominados “de literatura infantil”.

En el caso de la primer propuesta, permitirá acceder a la forma en la que se fue representando la realidad a lo largo de los siglos. No siempre la mirada organizó la exposición de los objetos de la misma manera. Hasta un momento de la modernidad, la preocupación central fue la reproducción de los objetos que se veían. Luego comenzó a alterarse este intento, pues hubieron fenómenos tecnológicos que realizaban esa reproducción de modo más eficaz.

Surgió entonces la presencia del pintor como sujeto que estaba interesado en transmitir su peculiar visión de una situación determinada: “yo no pinto las cosas, pinto sólo las diferencias entre las cosas”, nos dice Henri Matisse. El estilo se volvió más subjetivo y personal y, al mismo tiempo, se requirió que el espectador se comprometiera más en lo que veía para que pudiera compartir una experiencia determinada. Afirma Berger que toda imagen pintada anuncia algo: yo he visto esto. Entiende que la pintura constituye una afirmación de lo visible que nos rodea y que está continuamente apareciendo y desapareciendo. Posiblemente sin la desaparición no existiría el impulso de pintar, pues entonces lo visible poseería la permanencia que la pintura se empeña en encontrar, atrapar y fijar en el lienzo.

Estos fenómenos que se pueden rastrear en la historia del arte, se repiten con la multiplicación de las nuevas tecnologías en las diferentes formas de reproducción de la realidad. De modo que a su estudio e interpretación se dirige la bibliografía que figura en esta unidad como forma de acercamiento intelectual al fenómeno de la mirada. Pero también habremos de mirar, como forma de acercamiento sensible. Para ello será necesario observar pinturas, esculturas y formas arquitectónicas, entre las artes visuales clásicas, por ejemplo, en las que se pueda advertir la evolución de los estilos artísticos,  buscando con ello desentrañar la correspondencia con otros fenómenos contemporáneos de la cultura que se entrelazan: la psicología y otras ciencias, la filosofía, pero también la política y la historia, que se hallan presentes de manera inexcusable.

            Para este visionado existen un  gran número de museos que cuentan con páginas web donde se pueden ver obras de arte expuestas y realizar así un recorrido virtual por algunos de ellos. Son unos pocos, pueden visitarse muchos más. Todo depende del interés por avanzar en una temática que resulta fascinante, más aún disponiendo de una tecnología que permite evitar la confrontación con la distancia geográfica de los grandes museos del mundo (1).

            A propósito de estas instituciones, una vez más Berger nos habla: "en los museos de pintura nos encontramos con lo visible de otras épocas y esto nos acompaña. Nos sentimos menos solos frente a aquello que nosotros vemos aparecer y desaparecer todos los días. Hay tantas cosas que siguen siendo iguales: los dientes, las manos, el sol, las piernas de las mujeres, el pescado... en el reino de lo visible, todas las épocas coexisten fraternalmente, aunque estén separadas por siglos o milenios. Y cuando la imagen pintada no es una copia, sino el resultado de un diálogo, la cosa pintada habla, si nos paramos a escuchar".

                En el caso de la segunda propuesta, la denominada literatura infantil explora la posibilidad de representar el mundo vivido, así como la de crear mundos diferenciados de la vida “real” vivida. Tanto el proceso de representación como el de la creación de paralelos, implica la invención de “puertas” o “puentes” en la percepción sensible del lector, que lo invitan a atravesarlos por medios de interpretaciones y compresiones significativas que impactan en la subjetividad de quien interactúa con un libro de literatura. Sucede que la travesía que genera la experiencia de la lectura, esto es, el paso hacia un mundo representado o paralelo constituye lo que podemos denominar un ritual de pasaje: un viaje para producir un posible sentido nuevo, albergado en la propia experiencia lectora. Algo nos aguarda del otro lado, produciéndonos curiosidad, inquietud, anhelo, incertidumbre o incluso resquemor. En definitiva, abrir la puerta o cruzar el puente están sostenidos por el deseo generado por esta experiencia de la imaginación creadora: la lectura como pasaje. La vida vivida continúa en otra parte: la vida imaginada, donde habitan la magia y el misterio que encierra lo desconocido, algo que se constituye finalmente, en un instrumento del conocimiento del sí mismo del lector.

¿qué es lo que posibilita el pasaje?

El libro y una experiencia  a él asociada: la lectura

Mundo representado
LIBRO
RITUAL DE PASAJE
Zoom - Re Zoom
Realidad (una construcción de la mirada)
Representación de la realidad
(re-construcción de la mirada)
El otro lado
Anverso (un punto de vista)
Reverso (otro punto de vista)
El libro en el libro en el…
Afuera (del libro) ¿o adentro?
Adentro (del libro) ¿o afuera?
El punto
Mundo real (lo limitado)
Mundo posible (lo revelado)


¿qué instrumento produce el pasaje?

LIBRO
Instrumento del pasaje

El otro lado
La adopción de otro punto de vista
Zoom- Re Zoom
El cambio de mirada
El libro en el libro en el…
La ruptura de las fronteras
El punto
La actitud del maestro

                  
             Otro modo que se añade para comprender que mirar es una experiencia corporal, emocional e interpretativa, en la cual se conjugan vida y arte, donde el observador tiene la oportunidad de captar el advenimiento del espíritu del mirar: una escena con cadencias y silencios, que funda su propio tiempo y espacio.

 

La creación comienza en la visión. Ver ya es una operación creadora que exige un esfuerzo.

Todo lo que vemos en la vida diaria sufre, en mayor o menor grado, la deformación

que engendran las costumbres adquiridas... el esfuerzo para desembarazarse de ellas

exige mucho valor, indispensable para el artista que debe ver las cosas

como si las viera por primera vez: es necesario ver siempre como cuando éramos niños;

 la pérdida de esa posibilidad coarta la de expresarse de manera original, es decir, personal.

        Henri Matisse


Nota

Algunas posibles direcciones son:


Bibliografía consultada


Berger, J. (2004) El tamaño de una bolsa. Buenos Aires, Alfaguara.
Berger, J. (1998) Mirar. Buenos Aires, eds. De la Flor
Gubern, R. (1996) Del bisonte a la realidad virtual. Barcelona, Anagrama.
Gruner, E. (2001) El sitio de la mirada. Buenos Aires, Norma.
Marafioti, R. (2005) Problemática de la comunicación. Buenos Aires, UNLZ.
Matisse, H. (1993)  Escritos y opiniones sobre el arte. Madrid, Debate.
Vigotski, L. (1988) El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. México, Ed. Grijalbo.

miércoles, 16 de abril de 2014

Unidad 2/3 Subjetividad y mirada FRANCO, Yago

FRANCO, Y. (2005) “Cine, psicoanálisis e insignificancia”. En: Actualidad Psicológica, año XXX, nro. 327. Buenos Aires.

Yago Franco es psicoanalista, y escritor de textos psicoanalíticos y ensayos. Además de su actividad clínica con adolescentes y adultos y sus tareas de supervisor, dicta seminarios y conferencias en instituciones psicoanalíticas de la Ciudad de Buenos Aires y otras ciudades de Argentina. Es miembro titular del Colegio de Psicoanalistas, e integrante de MAGMA, grupo inspirado en la obra de Cornelius Castoriadis. Dirige www.magma-net.com.ar, dedicado a la obra de dicho autor y www.elpsicoanalitico.com.ar

Sus desarrollos actuales pueden dividirse en tres grandes temas - que darán lugar a próximas publicaciones - . 

El primero
 tiene que ver con la tríada psique-sociedad-clínica explorando los padecimientos que se presentan hoy en la clínica psicoanalítica en su relación con la forma actual de nuestra sociedad, para favorecer el tratamiento de los mismos -. Esto último es lo que está trabajándose en sus seminarios desde 2007.

El segundo tema,
 íntimamente relacionado con el anterior, es la exploración psicoanalítica de nuestra sociedad, que ya ha dado lugar a múltiples publicaciones. Implica un recorrido por los autores y escuelas que han reflexionado sobre la sociedad, desde Freud hasta Castoriadis. Siendo este el fundamento de desarrollos propios.

El tercer tema, es el trabajo sobre
 Cine y psicoanálisis, como modo de exploración de la sociedad y la subjetividad contemporáneas. Varios artículos sobre el tema han sido publicados, y también ha sido objeto de indagación en varios seminarios.

Unidad 3. El problema de la percepción: Percia

Unidad 3 El problema de la percepción. De la visión a la mirada


Acerca de Una subjetividad que se inventa (1994) de Marcelo Percia

Este libro constituye un ensayo sobre el diálogo, la demora, la recepción. Percia se propone ensayar modos de pensar la subjetividad en su plenitud dialógica: en el diálogo clínico y en el diálogo amoroso; en los grupos y en las instituciones. Este autor propone pensar el diálogo como trabajo de recepción y experiencia de demora, en donde en ese diálogo, en ocasiones, obra una invención, en donde la subjetividad puede ser pensada como una invención. Percia afirma: "muchas de estas ideas responden a la urgencia de tener una idea. Son auxilio para mis clases. Prepara una clase es anticipar un diálogo con otros. A veces, es pensar en voz alta. Y escucharse en voces ajenas".

Plantea que la demora es estar involucrado en el decir: significa la estancia del hablante en el hablar, un estar intenso en lo que se hace. Es por ello que diferencia demora de espera: "el que espera se pregunta por lo que vendrá, es estar al acecho de lo que va a a ocurrir. Estar en demora es estar en lo que ocurre".

El autor es psicólogo y profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires en la cátedra Teoría y Técnica de Grupos. Ha publicado Notas para pensar lo grupal (1991); Clínica del crack-up. Ficciones psicoanalíticas (2001); Deliberar las psicosis (2004); Alejandra Pizarnik, maestra de psicoanálisis (2008) e Inconformidad. Arte, política, psicoanálisis (2010). Compilador, entre otros, de los volúmenes Ensayo y subjetividad (1998) y El ensayo como clínica de la subjetividad (2001). Percia también participó como autor de los libros Bartebly: preferiría no. Lo bio-político, lo post-humano(2008) y Kafka: preindividual, impersonal, biopolítico (2010) y forma parte del comité de redacción de la revista Pensamiento de los confines.

Unidad 3. LOWE: Guía de estudio

Unidad 3. El problema de la percepción. De la visión a la mirada.


Guía de estudio de Trabajos Prácticos 
Historia de la percepción burguesa de Donald Lowe, 
elaborada por Oscar D. Amaya

La presente guía constituye un instrumento orientador para tratar los problemas que aborda este autor en el capítulo VI. “De la Linealidad a la multiperspectividad” (selección de la cátedra). El estudiante encontrará a lo largo de ella, algunos conceptos utilizados por Lowe que podrán ser consultados en un vocabulario de términos técnicos al final de esta guía.



Mi historia de la percepción es un estudio de la interacción dinámica entre
el contenido del pensamiento y la institucionalización del mundo.
En otras palabras, la fenomenología de la percepción es ese cable de conexión
que por una parte es capaz de dar un contexto inmediato al pensamiento y,
por la otra, queda determinado por la institucionalización del mundo.
En lugar de pensamiento (o conciencia) y sociedad, yo estoy proponiendo
la historia de la percepción como vínculo intermediario entre
el contenido del pensamiento y la estructura de la sociedad.
Donald Lowe


¿Cómo conoce el sujeto? Este interrogante ha estado presente en las diferentes corrientes filosóficas, a través de la historia de la disciplina. Las teorías sobre el aspecto gnoseológico (ver vocabulario) de la humanidad han sido confrontadas y refutadas unas contra otras, sin poder establecer un punto en común.

Donald Lowe no quedó ajeno a esta discusión. Sin ser un férreo representante de alguna de estas escuelas, su análisis, plasmado en diferentes textos de su autoría, ha sido utilizada como baluarte de la fenomenología (ver vocabulario). Esta corriente filosófica considera que el sujeto conoce a través de sus sentidos, del contacto de su cuerpo con el mundo exterior, es decir, a través de la percepción.

Basándose en el marxismo (ver vocabulario), Lowe propone una historia de la percepción como nueva metodología de estudio de este fenómeno cultural. Con su método, estudia la transformación perceptual en el Occidente moderno, en particular desde la sociedad burguesa de los siglos XVIII y XIX hasta la sociedad burocrática del consumo controlado del siglo XX. Su enfoque se relaciona con el marxismo puesto que Marx afirmaba que las condiciones materiales son las que condicionan la existencia y Lowe eslabona esta idea con el desarrollo de los medios de comunicación.

Este autor muestra cómo, en la sociedad burguesa, la percepción ordenó la forma de experimentar el tiempo, el espacio y la encarnación del yo subjetivo. Lowe explica que a partir del siglo XX -desde lo que considera la revolución perceptual de 1905-1915- (ver capítulo 6 en bibliografía de Trabajos Prácticos) los antiguos órdenes del tiempo, el espacio y el sujeto fueron subvertidos por la metacomunicación de las imágenes.

En otras palabras, Lowe plantea una historia de la percepción moderna en base a una consideración de los cambios históricos en los medios de comunicación, en la jerarquía de los sentidos, y por consiguiente en los distintos órdenes epistémicos y campos de percepción, todo lo cual estaría en la base de las modalidades del experimentar, pensar y hacer el mundo.

Este autor toma del filósofo Foucault la episteme del conocimiento y define lo epistémico como aquello que participa de la naturaleza del conocimiento o del conocer como tipo de experiencia. A su vez, utiliza una concepción de cuerpo que rompe con el dualismo (ver vocabulario) cartesiano de cuerpo y mente.

Según el filósofo fenomenólogo Merleau-Ponty, el hombre se abre al mundo a través de los sentidos y se conecta con el mundo a través de la percepción. Es decir que la percepción influye al sujeto como perceptor, tanto en el acto de percibir como en el contenido de lo percibido. Este acto relaciona al sujeto con lo percibido y el contenido de lo percibido afecta la relación del sujeto con el mundo.

Para Lowe, entonces, la percepción es el contexto inmanente y hermenéutico en el cual se localiza todo contenido del pensamiento, y que puede ser analizado según tres dimensiones:

1. medios de comunicación, que enmarcan y facilitan el acto de percibir;
2. jerarquía de los sentidos, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, que estructuran al sujeto como perceptor encarnado;
3. presuposiciones epistémicas, que ordenan el contenido de lo percibido.

“Los tres están relacionados e interactúan. En conjunto constituyen un campo de percepción, dentro del cual se vuelve posible el conocimiento específico. Y no sólo están relacionados. Estudios recientes revelan que los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico cambian con el tiempo. De allí que el campo perceptual constituido por ellos difiera de un periodo a otro. Hay una historia de la percepción para delimitar el contenido cambiante de lo conocido”, afirma Lowe.

Para comprender mejor el modelo propuesto por este autor sobre la percepción, es necesario comprender que en la historia de la cultura pueden distinguirse cuatro grandes etapas, sucesivas pero complementarias, que Lowe clasifica como: cultura oral, quirográfica, tipográfica y electrónica. En cada una de ellas explica de qué modo los distintos factores limitan o encuadran el modo de percibir del sujeto: “la cultura puede concebirse como oral, quirográfica, tipográfica o electrónica, según los medios de comunicación que la sostengan. Cada uno de estos cuatro tipos de cultura organiza y enmarca el conocimiento cualitativamente en una forma por entero distinta de los otros tres. Y son históricamente sucesivos, ya que cada tipo ulterior queda sobrepuesto a los anteriores, aunque residuos del tipo anterior persistan para afectar al posterior”.

1. la Cultura Oral
Es el inicio de la relación entre humanidad y percepción, en esta historia propuesta por Lowe. En esa época, el conocimiento se encontraba ligado al habla. Se trata de una cultura oral, carente de medios escritos que guarden registros, por lo que el habla debe cumplir una doble función: comunicar y conservar los conocimientos
.
Para que el habla se vincule fácilmente con la memoria se recurría a la fijación de fórmulas métricas y lugares habituales para los diferentes actos. Esto se debía a la idea de que lo novedoso y original cuesta más asimilarlo, y por tanto era olvidado.

Para explicar el modo de conocer del hombre, Lowe cita a Foucault, quien establece que el discurso es gobernado por reglas o presuposiciones epistémicas. En esta etapa, el autor propone como regla clave a  la  anagogía (ver vocabulario), esto es, la posibilidad de conocimiento  por  medio de la intervención divina.

Por otra parte, se creía que sólo aquello que se escuchaba era cierto, que no podían equivocarse sobre lo que habían oído. Esto otorgaba mayor validez al sentido de la audición, y el sonido era más valorado que lo visible.

2. la Cultura Quirográfica
Esta segunda etapa se caracteriza porque la supremacía del oído comienza a ser desplazada por la vista. Aparecen las primeras escrituras, como constancia y almacenamiento de los conocimientos. La vista comienza su época de superioridad, pero aún no logra desplazar la fidelidad del oído.

“Buscar un significado es sacar a luz una semejanza”, afirma Foucault en relación con el método de conocimiento preponderante durante el Renacimiento. Lowe coincide con este filósofo en que el conocimiento se produce por medio de semejanzas; y describe cuatro figuras que se derivan de ella: la convenientia (una semejanza basada en una escala graduada de proximidad espacial), la aemulatio (una especie de convenientia sin limitación espacial y por ello capaz de conectarse desde ciertas distancias sin movimiento real), la analogía (reforzada por la convenientia y la aemulatio, de modo que era posible unir todo el universo con el microcosmos humano en el centro) y la simpatía (que excitaba las cosa al movimiento y unía hasta las más distantes).

3. la Cultura Tipográfica
Con el surgimiento de la imprenta se produce una de las revoluciones más notorias de la historia de la cultura. Los tipos pictóricos impresos estandarizan los signos lingüísticos, y su identidad única provoca la sistematización de los escritos.

La vista se consolida como el principal sentido. Las costumbres de las fórmulas medidas, recitar los manuscritos, escuchar para aprender y conocer, son desplazadas por la masificación de los textos y la lectura individual y silenciosa.

Surge una nueva interpretación del orden epistémico: los conocimientos son adquiridos por el doble juego de representación espacial y desarrollo temporal. El mundo deja de ser concéntrico para convertirse en una extensión espacio-temporal y el campo de la percepción adquiere nuevas profundidades. El conocimiento se torna dinámico y reflexivo, dando lugar a nuevos conceptos. El ejemplo más claro citado por Lowe es el término “desarrollo”, como comprobante de esta nueva visión del tiempo como proceso.

4. la Cultura Electrónica
Actualmente, la cultura se encuentra atravesando esta cuarta etapa, donde los medios eléctricos y electrónicos dominan la vida cotidiana. Los mensajes ya no se transmiten en voz alta o a través discursos ni en libros o textos, sino que para ello se ha creado un código binario de transmisión electrónica: los bits. (ver vocabulario) Este nuevo método de codificación permite a los mensajes desplazarse de un lado a otro del planeta en cuestión de segundos, comprimiendo a límites inimaginables las nociones de espacio y tiempo.

Es una época en que los sentidos se hallan más unidos, en especial la vista y el oído. Lo audiovisual invade las nuevas tecnologías: la televisión e Internet son los principales ejemplos. La característica de esta extrapolación es que sólo dos de los cinco sentidos son desarrollados con esta fuerza, en detrimento del tacto, olfato y gusto.

Esta nueva realidad, surgida en el siglo XX parece consolidarse cada vez con mayor firmeza, cambiando el modo de percibir el mundo. Ya no se posee una mirada uniperspectiva, fuera cual fuera el modo de conocer. Los sujetos se hallan inmersos en esta nueva cultura, que los envuelve y obliga a modificar la forma de percepción, convirtiéndola en multiperspectiva y ambiental.

Para Lowe las tres dimensiones que estructuran la percepción durante la historia de la cultura son las siguientes:

- MEDIOS DE COMUNICACIÓN: respecto de esta dimensión, plantea: “en nuestro siglo proliferan los medios de comunicación, cada uno de los cuales sucede y se sobrepone a los anteriores. Así, el cine ha dado dinamismo a la fotografía, y la televisión ha transformado la transmisión por radio. Tenemos una conciencia cada vez mayor de que estos medios no sólo trasmiten información sino que la empacan y la filtran, cambiando de este modo su significado. Como ejemplos específicos tomemos la narración de una escena en la novela y en el cine. La literatura narrativa, mediante un sistema de señales lingüísticas, acumulativamente describe una escena añadiendo una pieza de información a otra. No hay otra manera de hacerlo en letras de molde. Pero la cinematografía, utilizando imágenes “móviles” discontinuas, puede introducir una mise en scene, o pasar, con un zoom de un close up o acercamiento a toda una escena. El medio tal vez no sea el mensaje, pero determina el mensaje para el espectador o el auditor. De este modo necesitamos estudiar los medios de comunicación como factor determinante en la percepción”.

• desde la antiguedad hasta la edad media. Si se piensa en una cultura oral, sin lenguaje escrito, sin registros, el habla cumple una serie de funciones que, en la cultura quirográfica, se separarán. En la cultura oral, el conocimiento es conservado en la memoria de los sujetos que la integran, limitándola a los saberes específicos y fragmentados. Un lenguaje escrito permite que el conocimiento trascienda la memoria y el acto del habla.

• el renacimiento, la sociedad estamental y la sociedad burguesa. A partir de las convenciones como la numeración y las nomenclaturas (vocabularios, relaciones), se inicio un proceso de separación entre la comunicación (el habla) y el conocimiento (lo escrito). Esto fue la base fundamental de un proceso de sistematización del pensamiento, y esta comunicación (lo escrito) fue la base de la filosofía y de la ciencia tal como hoy se las conoce. Pero no fue hasta la invención de la imprenta que los contenidos comenzaron a ser formalizados y despersonalizados, tomando la forma y la estructura de lo que hoy se conoce como "libros", o la cultura tipográfica.

• el siglo XX. La última fase de la evolución de los medios de comunicación es la cultura electrónica, que según Lowe está basada en medios eléctricos y electrónicos como el telégrafo, el teléfono, el fonógrafo, la radio, el cinematógrafo, el televisor, la video-casetera, el tocadiscos y la computadora.

- JERARQUÍA DE LOS SENTIDOS: un cambio en los medios de comunicación produce una modificación en la jerarquía de los sentidos: “diferentes culturas de medios de comunicación implican organizaciones jerárquicas especificas de los sentidos. Los cinco sentidos humanos, es decir, el oído, el tacto, el olfato, el gusto y la vista, conectan al sujeto con el mundo. Cada sentido ya es una conexión cualitativamente distinta entre el sujeta y el mundo circundante. Pero ninguno de los sentidos es enteramente autónomo. Por ejemplo, el gusto es reforzado por la vista y el olfato; sin la correlación de estos últimos dos sentidos, la comida no sabe igual. En conjunto, los cinco sentidos nos dan la experiencia de la realidad”, afirma Lowe.

• edad media: el oído y el tacto sobre la vista.
• renacimiento: del oído al tacto se pasa a la supremacía de la vista
• sociedad estamental: la vista sobre el oído y el tacto
• sociedad burguesa: extensión de la vista.
• siglo XX: extrapolación de la vista y el oído.

- ORDEN EPISTEMICO: “Michel Foucault, en su brillante obra El orden de las cosas, propuso la idea de que el discurso es gobernado por reglas o presuposiciones epistémicas inconscientes, y que estas reglas, en conjunto, se modificaban de un periodo a otro. No hay una lógica universal del discurso; y el conocimiento resultante del discurso es discontinuo. En realidad cada conjunto de reglas epistémicas define un orden distinto, y cada orden se apropia un terreno distinto de conocimiento. Foucault, en esa obra, quiso mostrar cómo se transformaron los órdenes epistémicos, desde el Renacimiento hasta el siglo XIX”, afirma Lowe.

• la edad media: Conocer a través de la anagogía (aquel conjunto de reglas epistémicas que ordenaban el conocimiento intelectual del devenir en función de una fe en dios).
• el renacimiento: se conoce a través de la similitud: el universo correspondía al del ser humano. “Buscar un significado es sacar a la luz una semejanza”, según Foucault. Como ha sido expuesto, el conocimiento es posible a partir de las figuras  ya definidas de Convenientia, Aemulatio, Analogía y Simpatía.

• la sociedad estamental: Conocer a través de la representación en el tiempo. Conocer otras dimensiones de espacio. El orden empírico de representación en el espacio fue una clasificación estática.

• la sociedad burguesa: Conocer a través del desarrollo del tiempo. Lo que la razón espacial no podía abarcar dentro de una expansión, sí podía incorporarlo el tiempo. Este desarrollo planteaba una dinámica, una trasformación, una estructura y la totalidad.

• el siglo XX: Conocer a través de un sistema. Sincrónico de oposiciones binarias de diferencias sin identidad. Un sistema sincrónico de la lengua en oposición al habla.

Lowe cita a  Merleau Ponty, quien en su obra la “Fenomenología de la Percepción” deja en claro el modo de conocer del hombre: “El ser humano se conecta con el mundo por vía de la percepción”. Según explica, la percepción no es sólo el acto de percibir, sino que también incluye al sujeto como perceptor y al contenido de lo percibido. “El sujeto perceptor, desde una ubicación encarnada, enfoca al mundo como campo vivido, horizontal. El acto de percibir une al sujeto con lo percibido. Y el contenido de lo percibido, resultante de tal acto, afecta la influencia del sujeto en el mundo”, plantea Lowe.

En resumen, este autor caracteriza a la percepción como “el contexto inmanente y hermenéutico en el cual localizar todo contenido de pensamiento”. Este contexto conlleva la existencia de tres factores que limitan al acto de percibir: los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y las presuposiciones epistémicas (aquello que participa de la naturaleza del conocimiento o del conocer como tipo de experiencia).

Según se explicó anteriormente, el sujeto adquiere conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea por medio de sus sentidos. A partir de los estímulos recogidos por los éstos se descubre la realidad y se la organiza en base a sus propios patrones, a través de un proceso casi inconsciente, llamado percepción.

La percepción, tomada de este modo, es una interpretación significativa de las sensaciones. Para una mejor explicación, limitando el estudio de las percepciones sólo al campo visual, puede afirmarse que es la sensación interior de conocimiento aparente que resulta de un estímulo o impresión luminosa registrada en los ojos.

El acto perceptivo, aunque cotidiano y realizado con automatismo, no es nada simple y tiene múltiples implicaciones. Es evidente que el mundo real no es lo que se percibe por medio de la visión, y por ello se precisa de una interpretación constante y convincente de las señales recibidas.

De la extensa discusión sobre el origen de las percepciones mantenidas por los filósofos, unos mantienen el nativismo (reacción intuitiva e innata), y otros el empirismo (fruto del aprendizaje y acumulación de experiencias). Hay una tercera postura mantenida por los psicólogos de la Gestalt (ver vocabulario), quienes sugieren que la percepción es producida por una realización característica y espontánea del sistema nervioso central, que puede denominarse "organización sensorial".

Lowe cierra su primer capítulo de su Historia de la percepción burguesa afirmando: “Son necesarias dos condiciones adicionales a lo que he estado analizando en este capítulo con respecto a la historia de la percepción. En primer lugar, los sucesivos campos perceptuales no sólo se desplazan unos a otros. Antes bien, uno nuevo se sobreimpone al anterior, de modo que dentro de un periodo encontramos sedimentación de campos perceptuales; Pero el campo dominante ejerce una hegemonía gramsciana sobre los anteriores. En segundo lugar, el campo de percepción determina el contenido del conocimiento. Pero ese campo es, a su vez, determinado por la sociedad como totalidad, pues el conocimiento dentro de la totalidad es mucho más que una simple ideología o superestructura. Es la conciencia intencional dentro de un campo perceptual. Pero los medios de comunicación, la jerarquía de los sentidos y el orden epistémico que constituyen tal campo, están determinados por la estructura de la totalidad. El concepto dialéctico de determinación dentro de totalidad es rnucho más complejo y realista que el concepto lineal, positivista, de causa y efecto”.


VOCABULARIO

ANAGOGÍA
El término griego (derivado de ana = “hacia arriba" y ago = "conduzco") tiene el sentido de "levantar". Aparece ya con esta acepción en Homero, Tucícides y Jenofonte. Junto a esta primera acepción, el verbo anaghein tiene también el sentido de « restaurar", «restituir" o más generalmente como «referirse a". Con este uso aparece en Platón « llevar algo de nuevo a lo esencial", en Aristóteles y entre los estoicos, que lo utilizan en el ámbito de la interpretación de mitos.
El sustantivo "anagogía" es entendido como término técnico para designar una forma determinada de exégesis cristiana. En el Nuevo Testamento la acepción más frecuente de anaghein es la de « conducir hacia arriba" (“lo llevó el diablo a un lugar alto”), o de “navegar”. En los Padres apostólicos anaghein figura para indicar el ascenso del hombre hacia Dios.
En el texto de los Stromata de Clemente alejandrino puede leerse: «El carácter típico de las Escrituras es parabólico, ya que también el Señor, que no es de este mundo, vino entre los hombres como si fuera del mundo. En efecto, se revistió de todas las virtudes y tenía que transferir (anaghein) al hombre educado en el mundo a las verdaderas realidades inteligibles: desde un mundo hasta otro mundo».
Anagogía entonces, se convierte en un término técnico para la interpretación de las Escrituras con la doble acepciónde “levantar” y “remitir”, entendiéndose la profundización del conocimiento de las Escrituras, a través de un método interpretativo, como un "ascender”.

BITS / BYTES
Sistema numérico binario utilizado en el lenguaje computacional basado en un código o programa que sirve para recibir, interpretar y ejecutar los datos. Todos los programas, instrucciones, textos y órdenes introducidos en las computadoras, en tanto dispositivos electrónicos digitales, son transcriptos a un código binario similar a una cadena de ceros y unos. Cada cero (“0”) y cada uno (“1”), representa un “bit” de información. La palabra “bit” constituye el acrónimo de Binary DigIT, que significa “dígito binario”.
La etimología la palabra “digital” proviene de épocas remotas en las que lapersonas tenían que contar con los dedos las piezas que cazaban. De ahí también que las impresiones que dejan los dedos cuando tocan un objeto se denominen “huellas digitales”.
Se supone que por la necesidad que tenían esos primeros “homo sapiens” de utilizar los diez dedos de las manos para contar (recurso que aún utilizan muchos niños e incluso no muy niños), surgió el sistema numérico que se imparte en la enseñanza primaria, compuesto por diez dígitos o números que van del “0” al “9”. Ese conocido sistema se denomina "sistema numérico decimal", o "de base 10".
Pero en el mundo de las matemáticas el sistema decimal no es único que existe para realizar cálculos simples o complejos. Coexisten, además, otros sistemas numéricos, desconocidos para la mayoría de las personas, entre los que se encuentran el "sistema numérico hexadecimal", de "base 16", y el "sistema numérico binario", de "base 2". Este último es el más utilizado en informática y se emplea para efectuar todas las operaciones matemáticas solamente con el “0” y “1”, dígitos con los cuales las computadoras realizan todas las operaciones para las que fueron concebidas. De ahí su denominación de "dispositivos digitales".
El sistema numérico binario fue el escogido por los ingenieros informáticos para el funcionamiento de esta tecnología, porque era más sencillo para el sistema electrónico de la máquina distinguir y manejar solamente dos dígitos, o sea, el "0" y el "1" que componen el sistema numérico binario, en lugar de los diez dígitos (del 0 al 9), que constituyen el sistema numérico decimal.
De no haber existido el sistema matemático binario, el desarrollo de una tecnología para que las computadoras pudieran funcionar empleando el sistema decimal hubiera sido tan costosa que estas terminales no hubieran estado siquiera al alcance de la mayoría de las empresas, tal como ocurría con las voluminosas computadoras o “mainframes” que se utilizaron a partir de los años 50 del siglo pasado.
Esas enormes máquinas sólo la podían adquirir empresas muy poderosas, que las utilizaron hasta que comenzaron a ser desplazadas, a partir de los años 80 del siglo pasado, por los ordenadores o computadoras personales (PC).
Para su funcionamiento, tal como ya se mencionó, el ordenador utiliza el sistema numérico binario basándose en un código o programa que le sirve para recibir, interpretar y ejecutar los datos. Todos los programas, instrucciones, textos y órdenes que introducimos en el ordenador éste las recibe en código binario como una cadena de ceros y unos. Cada cero (“0”) y cada uno (“1”), representa un “bit” de información. La palabra “bit” constituye el acrónimo de Binary DigIT, que significa “dígito binario”.
Para formar cada carácter alfanumérico, es decir una letra, número o signo, los ingenieros informáticos, después de realizar muchas pruebas, optaron por combinar ocho bits o cadena de ceros y unos para formar un “octeto” al que denominaron “byte”.
A cada carácter alfanumérico le asignaron un byte de información y estructuraron 256 valores binarios distintos en un código que llamaron ASCII (American Standard Code for Information Interchange – Código Estándar Americano para Intercambio de Información).
En el Código ASCII los valores binarios entre 0 y 31 corresponden a instrucciones, entre 32 y 127 corresponden al alfabeto alfanumérico y entre 128 y 255 a caracteres de otros idiomas y signos menos convencionales.
Para establecer una analogía entre la computadora personal o PC  y otros sistemas de comunicación por código, se puede decir que éste no fue el primer dispositivo en utilizar ese recurso. De hecho, mucho antes de que existiera algo semejante a los ordenadores, las comunidades primitivas transmitían mensajes a largas distancias utilizando códigos de sonidos (por medio de tambores) o visuales (produciendo señales de humo). Incluso las marinas de guerra de algunos países todavía utilizan un antiguo código de banderas llamado semáforo para transmitir mensajes entre buques que se encuentran a la vista en alta mar, o entre buques y tierra. Otro ejemplo lo constituye el código o alfabeto Morse de telegrafía, que utiliza únicamente puntos y rayas, a modo de código binario analógico. En el código Morse un sonido corto representa un punto y uno largo una raya. La combinación de puntos y rayas permiten obtener el alfabeto completo, los números y algunos signos. El código Morse se puede utilizar también para transmitir mensajes sustituyendo los sonidos por luz

DUALISMO
Concepción filosófica que afirma la existencia de dos sustancias, la material y la espiritual, a diferencia de los monistas, que no admitían más que una.  Con los vocablos “dualismo” y “monismo”, en el siglo XVII se caracterizaban dos posiciones fundamentales en el problema de la relación alma-cuerpo, de amplias resonancias en la filosofía moderna a partir de Descartes. Este filósofo es caracterizado como francamente dualista, en tanto que Spinoza representa el caso antitético.
Una posterior generalización del significado del término ha hecho que “dualismo” significara en general, toda contraposición de dos tendencias irreductibles entre sí.

FENOMENOLOGÍA
Del griego, "mostrarse" o "aparecer", y logos, "razón" o "explicación", se trata de un método filosófico que procede a partir del análisis intuitivo de los objetos tal como son dados a la conciencia cognoscente, a partir de lo cual busca inferir los rasgos esenciales de la experiencia y lo experimentado.
Este término se utilizó con relativa frecuencia en la época precrítica de la filosofía alemana, aunque de manera asistemática: el teólogo  Ötinger lo empleó para designar el estudio de las manifestaciones de lo divino. Sin embargo, no fue hasta que  Kant introdujera la distinción idealista entre lo fenoménico y lo nouménico en la teoría epistemológica cuando la noción alcanzó su lugar en la filosofía.  Hegel la llamó fenomenología del espíritu, aunando el concepto teológico con el filosófico, a la historia dialéctica del autoconocimiento del espíritu absoluto.
El significado variable con que hoy se emplea el término proviene de finales del siglo XIX; la fenomenología como escuela tuvo su origen en la enseñanza de  Brentano, y su máximo exponente en  Husserl, quien empleó el método fenomenológico para desarrollar uno de los sistemas filosóficos más populares y refinados de la primera mitad del siglo XX. En el sentido desarrollado por Husserl, la fenomenología opera abstrayendo la cuestión de la existencia del objeto conocido, y describiendo minuciosamente las condiciones en las que se aparece a la conciencia; la fenomenología está así en fundamental oposición a la filosofía crítica, de índole kantiana, que se orienta al contenido trascendental que la experiencia no muestra.  Heidegger, quien fue discípulo y ayudante de Husserl, practicó la fenomenología en sus primeras obras, aunque luego se apartó del método.
La fenomenología alcanzó un notable predicamento en Francia a través de la obra de  Merleau-Ponty, y a través de éste y de Heidegger ejerció una poderosa influencia sobre el método analítico y los principios filosóficos del existencialismo.
La fenomenología opera y extrae la cuestión de la existencia del objeto conocido, según se aparece a la conciencia, en contraposición a la filosofía crítica de Kant que opera sobre el contenido que la experiencia no muestra.
Extrae las características esenciales de las experiencias y la esencia de lo que el sujeto experimenta. Brentano la describió y Husserl amplió la intencionalidad (intentionality): la principal característica de la conciencia (conocimiento) es que siempre es intencional (intetionality = aboutness).
Cada fenómeno mental o acto psicológico está dirigido a un objeto, el objeto intencional, (deseo, deseo de algo). Ser intencional es la característica clave que distingue el fenómeno mental o psíquico del físico.
Husserl analiza la estructura de los actos mentales y cómo se dirigen a objetos reales e irreales:
• Noesis: acto de conciencia y fenómeno al que va dirigido (desear).
• Noematic: objeto o contenido (noema) que aparece en los actos noéticos (lo deseado).
Lo que el sujeto observa no es el objeto en sí mismo, sino cómo y cuándo es dado en los actos intencionales. El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas las presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y los aspectos sin esencia (subjetivos) de cómo el objeto es dado al sujeto. Este proceso fue denominado epoché por Husserl, quien introdujo más tarde el método de reducción fenomenológica para eliminar la existencia de objetos externos. Quería concentrarse en lo ideal, en la estructura esencial de la conciencia. Lo que queda después de esto es el ego transcendental que se opone al concreto ego empírico. Con esta filosofía es posible estudiar las estructuras esenciales que hay en la pura conciencia, el noemata y las relaciones entre ellos.

GESTALT
También denominada teoría de la percepción, se formula a principios del siglo XX, cuando un grupo de psicólogos alemanes agrupados con el nombre de gestaltpsychologie (que puede traducirse como "teoría de la estructura" o de la "organización" o también como "teoría de la forma" o "configuración") publican su particular postura acerca de la forma de percepción del ser humano.
Kóhler, Kofka, Lewin, y Wertheimer, fueron los principales exponentes de esta corriente, que declaraba que la realidad psíquica es unitaria, y por ello únicamente comprensible si se la enfoca en su "conjunto estructural".
Esta concepción era abordada desde una psicología de los conjuntos, de las estructuras y de las formas. Las estructuras globales pueden presentar una articulación interior de partes o miembros que tienen funciones determinadas en el todo. La correspondencia que se establece entre una parte y la totalidad de la forma no se mantiene cuando esa parte se traslada a otro conjunto. Una parte en un todo es algo distinto a esa parte aislada o en
otro todo.
La Gestalt tiene como base de la percepción que "el todo es mayor o diferente que la suma de las partes. Kohler, gran interesado por la música, plantea que una composición musical es algo más que las notas musicales separadas.

GNOSEOLOGIA
Rama de la filosofía que estudia los problemas del conocimiento, su posibilidad, límites, origen, naturaleza y validez. Se diferenció de la lógica al adquirir importancia la cuestión de la validez del conocimiento y requerir un tratamiento propio. Si bien casi todos los filósofos han tratado los problemas del conocimiento, la importancia que ha adquirido una teoría especial acerca de esta problemática es relativamente reciente. Sólo en la modernidad (con varios autores renacentistas interesados por la gnoseología) a partir de autores como Descartes, Leibniz, Locke, Hume, entre otros, el problema del conocimiento comenzó a convertirse en un problema central en el pensamiento filosófico. Desde Kant, la cuestión acerca del conocimiento comenzó a ser objeto de una “teoría del conocimiento o gnoseología”

MARXISMO
Conjunto de teorías, conceptos y metodologías que pueden extraerse de las obras de K. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895), representantes del ideario socialista al formular de manera sistemática una concepción del mundo, la sociedad y la política. El primer autor mencionado elaboró su doctrina a part de la crítica del conocimiento existente, y fueron sus principales fuentes la filosofía alemana –en particular el modelo de Hegel- la economía política inglesa y socialismo utópico francés. A medida que fue analizando estos modelos, los impugnó para ir construyendo su propia concepción. Los aportes efectuados por el marxismo se encuentran fundamentalmente en el campo de la filosofía, a través del materialismo dialéctico, el de las ciencias sociales mediante el materialismo histórico, y el análisis específico del sistema capitalista.
A los fines de comprender los desarrollos de Lowe, se hará hincapié en el materialismo dialéctico, es decir, la filosofía del marxismo. Sus principales postulados se presentan como leyes generales que gobiernan la Naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Esta concepción sostiene que lo material y lo ideal constituyen una unidad contradictoria, donde lo material es lo básico o fundamental. La materia puede existir al margen e independientemente de la mente del sujeto, pero no puede ocurrir lo contrario ya que la mente surgió históricamente de la materia y no puede existir sin ella. Las sensaciones que recibe el sujeto corresponden a una realidad exterior verdaderamente existente, y las ideas y conceptos son el reflejo en la mente de objetos exteriores susceptibles de ser aprehendidos por la inteligencia, de los que se desprende que para esta concepción la realidad es un fenómeno cognoscible.
Lejos de ser algo estático, la realidad constituye una unidad contradictoria que, en virtud del conflicto entre sus componentes antagónicos, se encuentra en un proceso de cambio histórico progresivo y constante. Estos cambios pueden ser graduales, revolucionarios, a saltos, continuos o discontinuos y requieren de leyes lógicas dialécticas para poder ser explicados.